martes, 25 de marzo de 2008

el hacha

Sobre la cubierta del barco, Tommen sopesaba la vieja hacha de su abuelo. Era una buena arma de acero skarsgard, y había acompañado a su abuelo hasta el final. El final. Tommen levantó el hacha y dio un suave mandoble, curvo. Sintió que casi podía hendir la brisa marina.
- ¡Tierra!- gritó Balin -. ¡Hemos llegado! ¡Tierra!
Al tiempo de la llamada de Balin comenzó el tumulto en el barco dragón. Los guerreros, hermanos de Tommen, cubiertos por corazas, refulgían bajo el blanco sol de la mañana. De aquí a allá, los que aún no estaban listos se preparaban en el último instante.

Tommen se puso de pie, hacha en mano. Nunca antes había ido a una batalla con otra cosa que no fuera su espada, y esa novedad le hacía dudar sobre sus posibilidades de volver a casa. Pero aquella arma era la herencia de su abuelo, y los geddos le habían dado muerte. El honor demandaba que les hiciera frente armado con ella. Cencellada. Así se llamaba.

- ¡Encallar!- gritó Balin. Los guerreros skarsgard se aferraron al borde de la nave. Las flechas de los geddos saltaron sobre ellos. No eran los mejores arqueros. De todos sus hermanos en la nave, Tommen solo contó cuatro caídos. Los clamores de batalla de aquellos cercanos a los muertos no tardaron en hacerse escuchar. Y entonces, el golpe a tierra. El barco encayó con la fuerza de una saeta, protegido por las escamas en el casco. Algunos de los guerreros más jóvenes perdieron el equilibrio y cayeron, y los clamores se hicieron más fuertes y numerosos. Tommen tomó a Cencellada con ambas manos.
- ¡Freya!- gritó.
Dando un salto se encontró sobre la tierra, listo para la batalla.

3 comentarios:

Paulina dijo...

:o y que le pasa después a Tommen?
Saludos

Lion Chinaski dijo...

Se casa y tiene muchos hijos.

Iggi Kruntx! dijo...

Épico, claro.