sábado, 26 de abril de 2008

fin del verano

últimamente he estado reverenciando la poesía
adorando la poesía
mirando de lejos la poesía
y por eso me he pasado los últimos
50 años bíblicos
sin escribir
el mínimo absoluto de cualquier vestigio de poesía
ooooooh! aaaaaah!
últimamente la brisa de la mañana es tan cortante y sofocante
como espejos en el aire
(rotos en pedazos)
he estado mirando a la poesía de lejos
he estado mordiéndome las uñas hasta sangrar
he estado nervioso. he estado ocupado
ooooooh! aaaaaah! dirán
¿qué tan ocupado has estado, Sebastián León?
diré qué te importa vaca gorda
diré he estado nutriéndome del transporte público
diré he estado viviendo en un mundo lleno de horribles canciones de
--------/ amor
me he pasado meses sentado frente a la computadora
meses besando a la hermana de algún gran tipo
leyendo e inventando historias de fantasía épica
hace meses que no escribo poesía
hace meses que no follo
hace meses que no veo a la hermana de aquél gran tipo
me he pasado los meses comprando y bebiendo
bebiendo y comprando pero sin escribir
y ya que se acaba el verano pienso
que quizás haría bien dejando de reverenciar tanto la poesía
(quizás haría bien dejando de reverenciar tanto a la hermana)
y debería jugar un poco más con ella
precisamente ahora que
se acerca el invierno. burp!

miércoles, 23 de abril de 2008

mi cena

hay días en que llego a casa con hambre
lo primero que hago antes de subir
es abrir el refrigerador
mirar que hay refrigerándose
veo una botella de miel de maple congelada
veo un frasco con ajo molido congelado
veo un frasco de alguna otra cosa blanca congelada
y pienso que quizás alguien debería darles más uso
busco con la mirada alguna fruta que me apetezca comer
pero en realidad no
no me provoca comerme ninguna
así que miro que hizo
mi madre
de almuerzo
y caigo en la cuenta de que no ha quedado nada
así que saco algún pan de la congeladora
congelado
y lo dejo afuera, en la alacena
esperando que se deshiele
y se ponga suave
suavecito
tan suave que se rompa al huntarlo con queso
cosa desagradable
pero adoro el queso filadelfia
no apesta si lo metes en la refri
es suavecito y muy blanco y sabroso
ñam ñam
así que cuando el pan está listo
hunto el queso
parto el pan
digo mierda
y me lo como.
y solo entonces subo a saludar a mis padres.

domingo, 20 de abril de 2008

frutas grandes de piedra

El otro día estaba sentado en el jardín de las frutas grandes de piedra, cerca de la facultad de derecho en la universidad. Estábamos Martín, Carmen, Kenny, Alicia, Carlos, Diego y yo y no sé si me olvido de alguien, sentados todos en el jardín y rodeados por las frutas grandes de piedra (o de cemento, qué más da). Y entonces Martín empezó a hablarnos de cómo debíamos venderles la moto (o en este caso, la revista, la revista en la que trabajo, o "trabajo", que se llama Puntos Suspensivos y se vende muy barato en la Universidad Católica y en la San Marcos y está escrita por los hombres y mujeres del futuro, SÍ SEÑOR) a los dueños de los establecimientos que queríamos que nos dieran auspicios para la revista, y Martín decía, "deben tomarlos por el brazo mientras les DAN la mano, y deben mirarlos a los ojos y resultar intimidantes y decirles, mire señor, MIRE SEÑOR, nosotros trabajamos para una revista que se llama Puntos Suspensivos y que no se llama así porque sí, NO SEÑOR, se llama así porque tiene un significado profundo, y lo pueden encontrar en las letras de Sabina, porque a nosotros los hombres y mujeres del futuro nos encanta Sabina, SÍ SEÑOR," y todos mirábamos a Martín como anonadados, porque REALMENTE resultaba convincente, cuando Carmen y Alicia, que son las mujeres ecológicas del futuro, vieron un gusano en el suelo, un gusano largo y marrón que se movía muy rápido muy rápido. Entonces el gusano se estiró hasta donde yo estaba y lo agarré por la punta de la cola y lo alcé y Martín dio un brinco como una bailarina, como una bailarina del futuro, y todos nos reímos, y Martín dijo "qué es eso?" y Kenny dijo "mira que GRANDE es" y yo dije "es un gusano," y el gusano se retorcía y se agitaba entre mi índice y mi pulgar y trataba de morderme los dedos pero no podía, porque no tenía boca, o al menos yo no se la podía ver con estos dos ojos pardos grandotes que tengo. Y entonces el gusano dijo "eh, bájame". Y yo me quedé como asustado, realmente anonadado, y me preguntaba si realmente había sido el gusano o si había sido Martín el que había hablado, aunque yo no estaba agarrando a Martín por ningún lado. Entonces el gusano dijo de nuevo "bájame," y yo dije "Cristo!", y el gusano dijo "ese mismo". Entonces todos nos quedamos mirando al gusano, que dijo, "¿me puedes bajar?", y yo le pregunté quién era, porque realmente ese gusano era ALGUIEN, como tú y como yo, un bicho que habla no es un nadie. Y el gusano me dijo "Soy tu señor Jesucristo, cabrón, así que bajame, bajame ahora," pero entonces, entre tanto retorcimiento, se percató de que podía ver directamente en el escote de Carmen, y dijo "CRISTO!", y yo le dije "eh, Jesús, eres un gusano," y él me dijo que si esperaba una paloma, pero luego pareció detenerse a pensarlo y seguro que lo malinterpretó todo porque me dijo que no fuera descortés, que lo habían clavado en una cruz por mí, y eso si no me gustó, porque era un cochino gusano, y se lo volví a decir, y le dije que a él no lo habían clavado por nadie, que era un gusano mezquino y que si lo habían clavado en un madero no había sido culpa de nadie más que de él, por dejarse agarrar. Y el gusano dijo "bueno, ya, vale, la culpa es mía. Ponme en el escote de esa pollita y dejemos todo en el pasado." Y Carmen le dijo que pollita su madre, y entonces Carlos le dijo que no se metiera con la Virgen María.
"Carlos, no seas idiota, ese gusano no es Jesús," dijo Martín. "Definitivamente hay una explicación lógica para esto!"
Y el gusano se echó a reír, y dijo que no la había, que sino le preguntaran a Lázaro, y luego nos dijo que todos nos ibamos a ir al infierno si no dejabamos de llamarlo gusano, cosa que nos asustó a todos un poco, y entonces le dije que lo bajaría, pero que no lo pondría en el escote de Carmen porque podría salir lastimado, y el gusano me dijo "okey, Makey," y ala, lo puse en el suelo y se fue arrastrándose tan rápido como una rata de alcantarilla, perdiéndose entre las matas de pasto y paja. Y de repente Kenny se puso de pie de un salto, probablemente porque sintió algo en sus pantalones, y empezó a pisar como loco allí donde se posaban sus ojos, y Carlos gritó, "Kenny, detente!" Y entonces todos miramos a Kenny y Kenny nos miró a nosotros y dijo, "Mierda, creo que maté a Cristo." En ese momento todo se puso oscuro y la tierra empezó a temblar y cayeron rayos y truenos, así que salimos corriendo de allí, porque no queríamos que ESAS piedras cayeran sobre nosotros, no señor no. ¿Sino después quién escribe en Puntos Suspensivos, sin los hombres y mujeres del futuro? En fin, sabe Dios.

jueves, 17 de abril de 2008

El vodka y el vietnamita del infierno

Así que entro en la jodida tienda y miro bien al tipo del mostrador. Me muero de sed y pretendo comprar algo para beber en el camino.
- EH, DAME UN VODKA.
El tipo me mira, me escudriña por debajo de la barba.
- ¿IDENTIFICACIÓN? me dice el puto vietnamita.
- NO LA TENGO, ¿NO VES QUE TENGO BARBA?
- NO TE DARÉ NADA AMIGO. NO VENDO ALCOHOL A MENORES.
Entonces el tipo logra molestarme, porque puta madre, a mí no me vienen con mariconadas.
- ¿MENORES? ¿MENORES? HE PELEADO EN UNA MALDITA GUERRA. ¿VES ESTAS MANOS, JODIDO VIETNAMITA? ESTAS MANOS HAN MATADO MÁS CHINOS DE LOS QUE VERÍAS EN TU PUTO ÁRBOL GENEALÓGICO.
Me mira mal, me pide que me vaya de la tienda y revisa bajo el mostrador. Tiene un arma el jodido chino, una Ithaca o algo así. Así que no voy a esperar a que un puto marica me amenace, porque mierda, estas manos han matado hombres. Así que me lanzo sobre él y en dos segundos tengo mis manos sobre su cuello y oprimo y aplasto su puto cuello como si estuviera jugando con masilla.
- ¡CHINO DEL INFIERNO, DAME EL VODKA!
El cajero no reacciona así que lo jalo con ambas manos y golpeo su cara con la registradora. Lo hago una vez más por siacaso y lo empujo. Me llevo el vodka y un paquete de cigarrillos, y también uno de chicles. Condones no porque luego de matar un chino la pinga se me duerme al menos un par de días. La gente en el establecimiento me mira y yo les miro mal. Eso siempre funciona, porque tengo una barba de los mil demonios y la cara llena de cicatrices más feas que un cojón sifilítico. Salgo, trepo en el auto y abro mi botella. Le doy un trago antes de encender el motor y seguir mi camino. Pero oh sorpresa, el cajero vietnamita del infierno sale, la cabeza sangrando como una calabaza rota y con la jodida escopeta en la mano, y me apunta.
- ¡CHINO DE MIERDA!
Así que acelero y le atropello, por puto y rosquete. Yo solo quería mi vodka. Me doy cuenta que la gente no se ha movido de sus mesas, pero me sigue mirando mal. Así que les atropello a ellos también. Giro el timón y salgo de ahí. Un trago y unos cigarrillos siempre me ponen contento.

(12 de julio del 2007)