domingo, 9 de noviembre de 2008

Héctor y Aquiles

se trata de una pasión ardorosa convertida en trámite burocrático
indolente
desecración de los cuerpos
durante la guerra, largas pestes
los barcos se han convertido en pozos
las tiendas en madrigueras
la ira nos ha transformado a todos en peces de colores
enfermos
kilometraje recorrido: el máximo
tiempo invertido: el infinito.

ante los muros has matado a mi mejor amigo
con el que yo aprendiera a cazar ciervos
por eso he de matarte ahora y he de desecrar tu cuerpo
ante las miradas de los dioses y los hombres.

Patroclo, ¡Gloria del Padre! hermoso infanticida
matador de Sarpedón y Cebriones, mi hermano
ha muerto
por la gloria de mi patria y por mi hijo
a quien inquietase con el brillo de mi yelmo.

juramento: no descansar hasta que la sangre de Héctor haya sido
---------/ derramada
máquina de bronce y de cuero y madera
el noble bronce
los nobles huesos
bajo la suela de mis sandalias
mi propia saliva espumosa.

Theos (un hombre)
portador de la balanza
vaticina el destino del guerrero:
agonía y éxtasis
el Peliada (un hombre)
asesino cruel
hombre despiadado, bárbaro sin corazón
han matado a su mejor amigo
con quien aprendiera ya de niño a martirizar a los muertos
y por eso nos ha quitado a nuestro príncipe (un hombre).

digno pagano entre los Nueve
príncipe
el menos saqueador
el menos asesino de todos es
el león que protege a su manada.

Rubio
nos ha sanado con su lanza y con su
espada.

conteo de víctimas (dividido entre las partes):
Héctor: alrededor de 25 000
Aquiles: alrededor de 50 000
Theos: seguimos contando
peces de colores: digamos, 75 000
(es que estos peces de colores
eran/son un espectáculo digno de la memoria)

detrás de los muros: fuego de colores.

3 comentarios:

Zaratustrav dijo...

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

Acaso, Baudelaire te conocia?
a ti, Albatros

Lion Chinaski dijo...

ay Urkel. mal insulto, venir a llamarme poeta.

Anónimo dijo...

chinaski no seas imbecil.
zaratrustav esta hablando,como siempre, de él.

asno.