miércoles, 25 de febrero de 2009

7. Ángeles y demonios

Helen Pogue mira al pequeño que tiene ante él. Pequeño, delgado, anguloso. Le sonríe en un gesto que pretende ser reconfortante pero el niño sigue escrutándola con frialdad. Tiene bonitos ojos negros.
- ¿De qué quieres hablar, Jude?
- Nada en especial- dice el niño.
- ¿No?
- No, no realmente.
Helen se muerde el labio suavemente, repitequea con las uñas sobre la mesa, despacio. Un gesto intuitivo, muy femenino. Toma un bolígrafo y una hoja de papel. Se los extiende al paciente.
- Hagamos esto: dibuja lo que quieras, algo relacionado a tu familia.
- No quiero.
Una risa queda escapa de la boca de Helen. Estaba esperando aquella negativa.
- ¿No te gusta dibujar?
- ¿Qué es lo que le parece gracioso?- inquiere el niño, ignorando su última pregunta.
- ¿Disculpa, Jude?
- ¿Qué es lo que le parece gracioso? Se está riendo.
- Bueno, Jude, no me pones las cosas muy fáciles. Es difícil tratar contigo.
- Usted no debería tratar conmigo, Helen. Yo no debería estar aquí. No quiero volver.
Lo sólido en su sinceridad le apabulla. No tiene diez años todavía.
- ¿Estás molesto con tus padres por hacerte venir?
- No. Los odio, independientemente de que me hagan venir. Que yo no quiera venir ya es por algo distinto.
- ¿Te caigo mal, Jude?
- No.
Helen sonríe, buscando un rastro de calidez en los rasgos de su paciente. No lo encuentra en ninguna parte.
- No tiene que ver con que me caigas bien o mal, Helen- dice el pequeño -. Estoy perdiendo el tiempo aquí.
- ¿Por qué lo dices?
- Podría estar divirtiéndome.
- Ok. ¿Qué te gustaría hacer si no vinieras a la consulta, Jude? En la escuela y en casa no la pasas bien, por lo que me has dicho.
- No. No me puedo concentrar. Quiero ver un incendio.
- ¿Un incendio?
- Sí. Quiero estar sentado a la sombra de las llamas y mirarlas muy muy fijamente. Hace calor, pero no es como cuando hace sol. El sol es una mierda. Mierda de escarabajo.
Helen se quedó mirando al pequeño.
- ¿Estoy enfermo porque me gusta el fuego?
- No- responde la mujer, tratando de sonar reconfortante -. ¿Por qué dices que es una mierda... de escarabajo?
- De escarabajo pelotero. Arrastran pelotas de mierda a empujones. Redondas y brillantes, como el sol.
Helen rió. Aquél niño leía bastante.
- Me gusta leer- dice Judah.
- ¿Sí, mucho?
- Bastante. Hay cosas interesantes.
- Seguro que sí. La lectura es muy importante. ¿Qué libros te gusta leer, Jude? ¿También podrías estar leyendo si no estuvieras aquí?
- Yo estoy leyendo todo el tiempo, Helen. Leo de todo.
El silencio impera por un momento. Sus ojos se encuentran. Brillan.
- ¿Qué otra cosa podrías estar haciendo si no estuvieras aquí, Jude?
- Podría estar afilando un cuchillo. Y luego limpiarlo.
- ¿Afilarlo y limpiarlo?
Se muerde el labio una vez más.
- ¿Por qué lo afilarías para luego limpiarlo Jude? ¿No hay un intermedio?
El niño la contempla curioso.
- ¿Un intermedio?
- Una acción intermedia, algo que requiera la limpieza luego de afilar la hoja. Por ejemplo, cortar una fruta. El cuchillo se ensucia con el jugo y necesita ser limpiada. Afilas la herramienta para llevar acabo una acción, luego, la acción trae la limpieza como consecuencia.
El niño ríe, asintiendo.
- No hay acción intermedia Helen- dice entonces.
- ¿No la hay, Jude?
- No. Es solamente una ilusión.
- No te entiendo.
- Mira la hoja, Helen. He hecho un dibujo.
La mujer suspira.
- Yo tengo el bolígrafo, Jude...
Igualmente, baja la mirada hacia la hoja. Alguien ha dibujado un ángel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya no escribes.

pof.

perro regresa.

m.