D entra en la oficina mientras sus hombres revuelven los papeles sobre los escritorios. D deja su arma sobre uno de los escritorios y camina hacia la caja fuerte. Desconoce la codificación, pero eso está a punto de cambiar. La caja fuerte se abre.
Un piso más abajo, numerosos empleados se preguntan qué detiene los sistemas de seguridad del edificio, y los más temerosos pierden la compostura ante la visión de los cadáveres ensangrentados de los ejecutivos. Un hombre golpea a un empleado con la culata de su rifle.
D revisa los documentos de forma rápida y mecánica. En la caja fuerte no encuentra dinero, pero la verdad es que no esperaba encontrarlo. Guarda los papeles adecuados en el interior de su saco y cierra la caja. Recoje su arma y sale de la oficina con paso ligero. Baja por las escaleras y al llegar al piso inferior, todas las miradas se posan en él. D mira a uno de sus hombres, que permanece atento a sus ordenes.
- Mátalos a todos- dice calmadamente, sin regocijarse demasiado a causa de los sollozos y la súbita e invisible bruma que se cierne sobre los corazones de los hombres y mujeres que trabajan en el banco.
D camina hacia la bóveda, donde los especialistas aún no han conseguido resultados. Mira su reloj de forma impaciente y decide intervenir. Los quita de en medio y posa la mano sobre la puerta de noventa centímetros de grosor, y sin mayor retraso esta se abre. Se hace un silencio. Los gritos y el ruido de las balas llega a sus oídos. D mira a sus hombres nuevamente.
- Apúrense. Sáquenlo todo- les dice. Sus hombres asienten.
D se acomoda la corbata y camina hacia la puerta del banco.
martes, 12 de febrero de 2008
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2 comentarios:
¡Bravo! Nunca me habían dedicado algo tan ajeno. Igual me siento cursi.
D tiene carisma.
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