viernes, 1 de febrero de 2008

1. La habitación del pánico

D limpia su navaja con cuidado, sentado sobre la cama de una habitación mal iluminada. La muchacha era alta, esbelta y morena, tal y como la pidió. Se besaron largamente en esa habitación de hotel y luego hicieron el amor. No hablaron demasiado. Cuando terminaron, D se dio una ducha. La muchacha, Arizona, vio su cuerpo tatuado y le hizo unas cuantas preguntas. D dio las respuestas habituales y comenzó a vestirse. Entonces ella fue a ducharse y D se sentó sobre la cama. Tomó la navaja que guardaba en su chaqueta y comenzó a limpiarla con un pañuelo de color púrpura. No limpiaba la navaja porque fuera realmente necesario, sino porque le ayudaba a pensar. Aún le quedaban momentos en que le gustaba pensar, pensar en películas, en música, en sacar provecho a su dinero. Por un momento, mientras limpiaba con cuidado el filo de la navaja, presionando suavemente con la yema de su dedo pulgar ensalivado, D pensó en rebanarle el cuello a Arizona. Luego pensó en lo cliché que resultaría aquella situación, una puta muerta hallada en una sucia habitación de hotel. Entonces D escucha el agua detenerse. Guarda la navaja en su chaqueta y el pañuelo en un bolsillo del pantalón. Se levanta y se pone la chaqueta. Arizona sale desnuda del baño, y hay algo radiante en ella. A D le gusta hacer el amor con mujeres morenas y delgadas. Que sean prostitutas o camareras le es indiferente, mientras estén sanas. Hacer su trabajo enfermo de sífilis era posible, pero no hubiera resultado fácil ni agradable. Estaba mejor limpio, tal y como Arizona estaba mejor viva. La mujer se acercó a besarlo y D no la rechazó. Sonrió con suavidad. Sacó algo de dinero de su chaqueta y lo dejó sobre la mesa de noche.
- Voy a irme. Paga con eso la habitación. Vizzini te dará lo que te toca.
Arizona chasqueó la lengua. Caminó hacia la mesita y recogió el dinero.
- ¿Don Vizzini paga todos tus placeres?
D se acomodó la corbata y posó una mano sobre el pomo de la puerta.
- Así es el negocio- respondió. Abrió la puerta y salió de allí.

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