- Au, me corté el dedo- dice Daniel soltando mi cuchillo.
- Lo veo, lo veo. Podría darte sida- le digo.
- Dios mío.
Me agacho y lo recojo, lo limpio con un clínex y lo guardo.
- ¿Se ha cortado mucha gente con él?
- Imagino que sí, unas cuantas.
- Ala.
- Sí.
- Na, no creo que tenga nada.
- Sí, bueno, yo no estoy convencido. Ala, qué corte tan feo. Toma- le digo, alcanzándole un rollo de esparadrapo que guardo en el escritorio.
- Oh, gracias. Cabrón.
- Eh, no insultes. Jojojó.
Me río mientras Daniel se envuelve el dedo en esparadrapo.
- ¿Por qué lo compraste? ¿No te bastaba con una suiza?
- Por seguridad- contesto.
- Qué, ¿por si te asaltan?
- También. Para el peligro.
- Qué patán. Los choros saben usar cuchillos. Además seguro antes de que lo empieces a usar ya te dejaron calato y con algo roto.
- Hmmm. Si lo piensas, no es usual que los asaltantes rompan huesos, ¿no? Normalmente siempre cortan o amenazan con una pistola.
Una pistola que bien podría no estar ahí, pienso.
- A un amigo le rompieron la columna por 10 soles.
- Cristo- digo -. Qué mal estamos.
- Es el Perú- me responde Daniel.
- Nada. La gente es igual en todas partes.
- ¿Tú crees? No creo que en Noruega te asalten por 10 soles.
- Ja. Sobre todo en Noruega.
- ¿Ah sí?
- Sí. No confíes en los nórdicos solo porque pagan por dar a luz. Son gente terrible.
- Estas hablando caca- dice Daniel -. Tú no conoces un solo nórdico.
- Por supuesto que sí. El tipo que me vendió esa cuchilla lo era. Un noruego, de madre sueca. Te lo digo, era todo un vikingo.
- ¿Un noruego te vendió un cuchillo en la Cachina?
Me encojo de hombros.
- No fue exactamente en la cachina. Fue por la Cachina.
- Dios santo. ¿Y qué más?
- Nada. Yo había ido a comprar un chaleco y salía de ahí cuando el tipo se me acercó. Verás, un tipo de casi dos metros y muy rubio y con trenzas siempre destaca en un lugar como la Cachina.
- Ajá. Entre tanto indio.
- Exacto- digo -. En fin, se me acerca y me dice con un acento muy marcado que si me interesa comprar un cuchillo. Entonces le digo "Muestrame lo que tienes", y el tipo saca una manta llena de cuchillos. Con seguro, sin seguro, incluso había una de esas botas con navaja escondida.
- ¿En serio?
- No. Pero sí tenía muchos cuchillos. En fin, el tipo se llamaba Soren y mientras miro sus navajas me dice que es nieto de Ibsen con ese español tan feo el suyo.
- ¿Ibsen?
- Un escritor noruego famoso. Bueno, entonces pasó por ahí otro sujeto y le pide al nieto de Ibsen un poco de alcohol. Así que este le pasa una botella que tenía entre sus chucherías y me sigue mirando, muy sonriente él.
- Oh.
- Y le pregunto, "¿Se corta mucha gente?".
- ¿Y qué te dijo?
- "Siempre hay algún inútil," y se rió.
- Ala, qué sujeto tan vil.
- Ya, es lo mismo que pensé. En fin, me reí del chiste y salí de allí.
- ¿Cuanto le pagaste?
- 10 soles. Es un buen cuchillo, tú lo sabes. A penas lo rozaste y te cortaste bien.
- Es verdad. Dios mío, ¿en verdad te dijo "siempre hay algún inútil"?
- Claro que sí. Te estoy contando la historia por algo.
- Ala, en verdad pienso que no deberías tener ese cuchillo suelto por ahí.
- Eh, no me culpes, tú eres el que lo agarró.
- Sí, pero igual. Yo no lo hubiera agarrado si no hubiera estado suelto por ahí.
- Pero nadie te mandó a agarrarlo.
- Te digo que es igual. La próxima vez tenlo guardado.
Nos quedamos en silencio un momento.
- Dios mío- susurra Daniel.
- Jaja. Eres un inútil- digo, y me dejo caer sobre la cama, pensando en que podría darle sida.
jueves, 24 de enero de 2008
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2 comentarios:
CUAAAAAK.
no te puede dar sida con un cushillo xD me hiciste recordar cuando casi deje a una compañera sin dedo por estar picando palmitos .
Saludos.
Entonces nena, si un sidoso se corta con un cuchillo y luego te corta con el mismo y esto no logra infectarte con el virus, ¿por qué hay riesgo de contagio al compartir jeringas? ¿Por la presión atmosférica?
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