domingo, 20 de abril de 2008

frutas grandes de piedra

El otro día estaba sentado en el jardín de las frutas grandes de piedra, cerca de la facultad de derecho en la universidad. Estábamos Martín, Carmen, Kenny, Alicia, Carlos, Diego y yo y no sé si me olvido de alguien, sentados todos en el jardín y rodeados por las frutas grandes de piedra (o de cemento, qué más da). Y entonces Martín empezó a hablarnos de cómo debíamos venderles la moto (o en este caso, la revista, la revista en la que trabajo, o "trabajo", que se llama Puntos Suspensivos y se vende muy barato en la Universidad Católica y en la San Marcos y está escrita por los hombres y mujeres del futuro, SÍ SEÑOR) a los dueños de los establecimientos que queríamos que nos dieran auspicios para la revista, y Martín decía, "deben tomarlos por el brazo mientras les DAN la mano, y deben mirarlos a los ojos y resultar intimidantes y decirles, mire señor, MIRE SEÑOR, nosotros trabajamos para una revista que se llama Puntos Suspensivos y que no se llama así porque sí, NO SEÑOR, se llama así porque tiene un significado profundo, y lo pueden encontrar en las letras de Sabina, porque a nosotros los hombres y mujeres del futuro nos encanta Sabina, SÍ SEÑOR," y todos mirábamos a Martín como anonadados, porque REALMENTE resultaba convincente, cuando Carmen y Alicia, que son las mujeres ecológicas del futuro, vieron un gusano en el suelo, un gusano largo y marrón que se movía muy rápido muy rápido. Entonces el gusano se estiró hasta donde yo estaba y lo agarré por la punta de la cola y lo alcé y Martín dio un brinco como una bailarina, como una bailarina del futuro, y todos nos reímos, y Martín dijo "qué es eso?" y Kenny dijo "mira que GRANDE es" y yo dije "es un gusano," y el gusano se retorcía y se agitaba entre mi índice y mi pulgar y trataba de morderme los dedos pero no podía, porque no tenía boca, o al menos yo no se la podía ver con estos dos ojos pardos grandotes que tengo. Y entonces el gusano dijo "eh, bájame". Y yo me quedé como asustado, realmente anonadado, y me preguntaba si realmente había sido el gusano o si había sido Martín el que había hablado, aunque yo no estaba agarrando a Martín por ningún lado. Entonces el gusano dijo de nuevo "bájame," y yo dije "Cristo!", y el gusano dijo "ese mismo". Entonces todos nos quedamos mirando al gusano, que dijo, "¿me puedes bajar?", y yo le pregunté quién era, porque realmente ese gusano era ALGUIEN, como tú y como yo, un bicho que habla no es un nadie. Y el gusano me dijo "Soy tu señor Jesucristo, cabrón, así que bajame, bajame ahora," pero entonces, entre tanto retorcimiento, se percató de que podía ver directamente en el escote de Carmen, y dijo "CRISTO!", y yo le dije "eh, Jesús, eres un gusano," y él me dijo que si esperaba una paloma, pero luego pareció detenerse a pensarlo y seguro que lo malinterpretó todo porque me dijo que no fuera descortés, que lo habían clavado en una cruz por mí, y eso si no me gustó, porque era un cochino gusano, y se lo volví a decir, y le dije que a él no lo habían clavado por nadie, que era un gusano mezquino y que si lo habían clavado en un madero no había sido culpa de nadie más que de él, por dejarse agarrar. Y el gusano dijo "bueno, ya, vale, la culpa es mía. Ponme en el escote de esa pollita y dejemos todo en el pasado." Y Carmen le dijo que pollita su madre, y entonces Carlos le dijo que no se metiera con la Virgen María.
"Carlos, no seas idiota, ese gusano no es Jesús," dijo Martín. "Definitivamente hay una explicación lógica para esto!"
Y el gusano se echó a reír, y dijo que no la había, que sino le preguntaran a Lázaro, y luego nos dijo que todos nos ibamos a ir al infierno si no dejabamos de llamarlo gusano, cosa que nos asustó a todos un poco, y entonces le dije que lo bajaría, pero que no lo pondría en el escote de Carmen porque podría salir lastimado, y el gusano me dijo "okey, Makey," y ala, lo puse en el suelo y se fue arrastrándose tan rápido como una rata de alcantarilla, perdiéndose entre las matas de pasto y paja. Y de repente Kenny se puso de pie de un salto, probablemente porque sintió algo en sus pantalones, y empezó a pisar como loco allí donde se posaban sus ojos, y Carlos gritó, "Kenny, detente!" Y entonces todos miramos a Kenny y Kenny nos miró a nosotros y dijo, "Mierda, creo que maté a Cristo." En ese momento todo se puso oscuro y la tierra empezó a temblar y cayeron rayos y truenos, así que salimos corriendo de allí, porque no queríamos que ESAS piedras cayeran sobre nosotros, no señor no. ¿Sino después quién escribe en Puntos Suspensivos, sin los hombres y mujeres del futuro? En fin, sabe Dios.

3 comentarios:

P dijo...

yo lo vi en una combi extraña y alargada, repletísima de sujetos extraños y gorriones. se veía asustado, le dije que fuera contigo y al parecer te encontró bien.

Lion Chinaski dijo...

No te entendí.

Anónimo dijo...

ey!
tu, maldito seas!
keep going!

m.
ps.- nunca entiendes nada! ni a Cristo,carajo!