sábado, 31 de mayo de 2008

La Espada del Bastardo

- Hastur Medio Elfo, el Híbrido- dijo Lofto dando un mordisco a su manzana -. El más grande herrero que ha vivido en este mundo. Despreciado por elfos y hombres, fue criado por los enanos de Dôroth. Cuando adquirió fama entre los maestros de armas de los enanos, su nombre se mencionó en la profecía y su padre, el Alto Rey Cinneas, lo reclamó para los suyos. Entre los altos elfos, Hastur Medio Elfo aprendió los secretos de las legendarias hojas lunares, y prontó forjó anillos y una hermosa armadura para su padre, azul como los ojos de mi dama, y escudos y espadas para las más poderosas familias élficas... pero muy a pesar del rey Cinneas, Medio Elfo supo reconocer la importancia de su papel en el futuro de Aerdy, y abandonó la corte de Thandurin para recorrer otros reinos de la Buena Gente y también las tierras de las tribus humanas. Había que aprender todo lo que pudiera aprender, decía el Híbrido. Y lo aprendió, sí.
"Y cuando hubo recorrido todo el mundo conocido, Hastur Medio Elfo subió a la colina más alta del valle que entonces ya era llamado Arcynthia, pero que no era ningún reino todavía, y allí estableció su fragua y aceptó tres aprendices de entre los primeros hombres. Y aguardó, siempre trabajando, forjando armas, sí, pero también herraduras para los caballos, herramientas de trabajo para los hombres y joyas para las mujeres de los caciques. Pero siempre aguardando que llegara la hora en que habría de desempeñar su parte en la profecía. Y cuando comenzó la guerra, y llegó el Rey Demonio con sus banderizos y sus sacerdotes araña, con las hordas de los lor y los orcos y gigantes del Este, el Híbrido aguardó en su forja la llegada del Bastardo. Y cuando el guerrero llegó ante él, Hastur Medio Elfo le prometió un arma digna de un rey.
"Y qué arma, hasta hoy no se ha visto una igual, y quizá nunca la veamos. Antes de forjarla, el Híbrido y sus aprendices ayunaron y se purificaron ritualmente. Se dice que luego, ataviados como sacerdotes blancos, iniciaron el trabajo. Los secretos de elfos, enanos y hombres, los secretos del acero, la roca y el fuego, todos ellos reunidos en un incesante martillear. Clanc. Clanc. Clanc.
Aquí el viejo bardo hizo una pausa. Alzó su copa y bebió, antes de continuar.
- Una hoja brillante, larga y fuerte, precisa- continuó -. Con una empuñadura sencilla, nada que merezca la pena enturbiar con descripciones ostentosas. Hastur Medio Elfo entendía que la belleza de las armas no está en la cantidad de gemas incrustadas que estas tengan. Cuando hubo pasado un ciclo lunar, los aprendices del Híbrido descendieron de la colina, y entregaron a Barael el Bastardo su nueva arma. El arma de un rey. La perdición del Rey Demonio, matadora de los sacerdotes araña, vertedora de la sangre plateada. Asesina de los lor.
"La verdad es que Medio Elfo no pudo ser más exacto con el tiempo, porque el ejército del Rey Demonio llegó al valle al amanecer. Pero todos conocemos la profecía. El hijo bastardo del cacique Amael, de la tribu de los ebethronis, daría muerte al Rey Demonio con la espada forjada por el Híbrido, los ejércitos aliados de elfos y hombres frenarían el avance de las huestes negras, y el bastardo sería coronado como rey de los ebethroni, el primer monarca humano. Así que sin dudarlo siquiera, Barael avanzó hasta donde estaba el Rey Demonio, bloqueó los golpes que debía bloquear y esquivó el resto, y cuando llegó el momento, alzando la espada contra el oscuro, reclamó su cabeza cornuda. Y cuando la batalla hubo terminado, allí donde se derramó la sangre de araña, el Bastardo hincó la rodilla y fue coronado ante los ojos de los dioses y los hombres, rey de los ebethronis y primero de los reyes del valle.
"Todos conocemos la historia de la sagrada Ebethron, la primera de las ciudades humanas, la más antigua y la más bella. Todos sabemos del glorioso imperio que se formó en torno a ella y de la era de esplendor que trajo nuestra raza, lo sabemos. Y sí, el imperio cayó, pero la luz de la Espada continúa brillando. El arma se ha perdido, pero la Espada vive en nuestra sangre, la sangre de los ebethroni y de las demás reinos del valle. Vive en la sangre de nuestros reyes, en la Casa del Bastardo que aún nos gobierna. Ya no tenemos el acero del Híbrido, pero aquí estamos. ¡Esta es la Espada, la que brilla en el blasón de nuestro rey! ¡Su Radiante Majestad, Ariel de la Casa del Bastardo, el Cuarto de Su Nombre, Rey de los Ebethroni y los Reinos Unidos de Arcynthia!
Hubo silencio. Uno de los hombres alzó la voz.
- Apestas- dijo. Luego siguió bebiendo, y todos hicieron lo mismo, incluso Lofto.

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