sábado, 7 de junio de 2008

Garth

Aún habían noches en que Garth se sentaba junto a la hoguera y pensaba en cómo había llegado a donde estaba. No podía evitarlo. El hambre, el frío o su propio olor habían de recordarselo eventualmente. Mientras olisqueaba el aroma de la carne asada, la idea de un olor similar, más que el recuerdo del mismo, le invadió. Había pasado demasiado tiempo para recordar.
En la mesa de su padre había venado. Había carne de cisne arrebozada en miel. Vino ibaitarrak. Empanadas rellenas y pasteles y dulces de almendras. El Duque de Kernew había contratado a sus mejores cocineros para el banquete en que se anunciaría el compromiso entre su hijo mayor, Wallace, y la hija de su vasallo más leal. Garth era el hijo menor del duque. La hija de Lord Goodwill, la prometida de su hermano, se llamaba Neera. Sus ojos eran verdes y su cabello de miel. Su rostro era bello, o así era como lo imaginaba. Había pasado demasiado tiempo para recordar.
Recordaba, esto sí podía recordarlo, el sentimiento de culpa que se cimentó en la boca de su estómago cuando esas sensaciones le invadieron al ver a la prometida de Wallace. Esas sensaciones que le invadieron al ver a Neera. Eso sí que lo recordaba.
Garth tenía por entonces trece años, veinte menos de los que tenía ahora. Wallace era el heredero de su padre, pero Garth era escudero de un señor importante y pronto sería caballero. Cuando su hermano se convirtiera en Duque de Kernew, tendría un lugar de honor entre sus hombres. Sería su castellano, cenaría a su derecha en su mesa de roble, llevaría a la guerra su estandarte, pero Neera Goodwill sería de Wallace...
Junto a Garth, alrededor de la hoguera, otros hombres contaban historias y cantaban; su presencia les infundía valor. Una muchacha de trenzas rojizas quiso llenar su cuenco con cerveza.
- No, gracias- le dijo. La muchacha sonrió, y como si no le entendiera, le sirvió.
- Realmente le estamos agradecidos, Sir Redwynd- le dijo.
Garth se forzó a sonreír. Un hombre alzó una copa y brindó su nombre.
- ¡Por Garth Redwynd, Martillo de Fuego!
- ¡Por Martillo de Fuego!- brindaron otros -. ¡Gloria para Sir Garth!
La noche en que se anunció el compromiso entre su hermano y la hija de Lord Goodwill, Garth no pudo dormir. Había quedado prendado de la belleza de una mujer que era para su hermano. Era joven, lleno de ímpetu y vigor, pero ya estaba conciente de que esas sensaciones podrían traicionarlo. Podrían matarlo. Neera Goodwill había sido escogida por su señor padre para ser la esposa de su heredero. Nunca sería suya. No debía serlo ni siquiera en su imaginación...
El fuego ya se había consumido y no pudo evitar reír.
- Ni en mi imaginación- susurró, y siguió recordando.
Poco después, Neera pasó a vivir con su familia como pupila del Duque de Kernew. Ella y Wallace salían a montar a caballo por las mañanas, y a veces, cuando él estaba de visita en el castillo, ella le pedía que los acompañara. Y aunque la voz en su interior le ordenaba que rechazara sus invitaciones con toda la delicadeza que pudiera, no se negó ni una vez. Neera tenía catorce años y la imagen que tenía en su cabeza era la de la doncella más bella que hubo en los dominios de su padre en esos tiempos.
- No estás pensando con claridad- le dijo su padre cuando le expresó su deseo de dejar de servir como escudero -. Serás un caballero.
- Lo seré, padre- contestó él -. Pero no deseo servir a un señor viejo que reposa sobre su trono día y noche. Quiero servir a un caballero.
- Lord Mabrand es un caballero. Es sabio y se ha curtido en cien batallas...
- Pero ya no irá a ninguna.
¡Cómo le había mirado el Duque de Kernew entonces! Elard Redwynd había sido un hombre bondadoso, pero estricto y pronto a la ira. Si en su vida Garth le había visto estallar contadas veces , era porque con miradas como la que le dio aquél día, solía cortar de raíz situaciones que podrían llegar a enfurecerle.
- Terminarás tu entrenamiento con Lord Marbrand- sentenció.
- No.
- Esa decisión no te corresponde.
- Sí que lo hace- dijo Garth -. Soy un hombre libre.
- Soy tu padre- le dijo el duque -. Tu padre, y si eso no te basta, tu señor.
Podía recordar el miedo que sintió antes de responder, eso sí que lo recordaba. Lo frío de su sudor, eso ya solo lo intuía.
- Yo nunca hice un juramento.
Hacía frío, y ya casi era de mañana. Garth estornudó. Tomó un viejo pañuelo de seda, tan gastado que casi parecía de cuero, y se sonó la nariz. La noche del anuncio del compromiso de Wallace y Neera, había hablado con Sir Marwyn Griffinclaw, llamado el del martillo flamígero, un caballero errante que por aquél entonces se encontraba en las tierras de su padre y con el que había entablado amistad en los días anteriores. Le había contado todo lo que sentía y Sir Marwyn le había aconsejado. También le dijo que no tenía que seguir su consejo si no era su deseo, pero Garth había pensado que el caballero tenía razón. Aún así, había tardado más de un año en reunir el valor para decidirse y hablar con su padre. O tal vez, para reunir el valor necesario para dejar a Neera atrás. Luego de ser expulsado del castillo, cabalgó hasta Feirste, y allí se reunió con Sir Marwyn, con el que empezó su verdadero entrenamiento. El caballero errante le llevó a la guerra entre Ibaizabal y Egurria, y ahí por primera vez, su acero probó la sangre de otros hombres. Recorrieron el Bosque de las Arañas y contempló sus horrores. Vio a los gigantes de Môriak, a los orcos de las montañas y a los trasgos de Maglubiyet. Participó en otras guerras, como las de los goethes, y en el conflicto entre Puerta de Hierro y Bajojardín, y se enfrentó (y aún se enfrentaba) a saqueadores de Ciudad Trueno. Sir Marwyn murió antes de que realizara la mitad de todas estas cosas, pero le dejó su martillo y su código. Y también lo armó caballero...
El sol ya se alzaba sobre el horizonte cuando Garth por fin salió de su ensimismamiento.
- Sir Garth, se acercan los hombres del trueno- le dijo Eisen, uno de los hombres que había brindado en su nombre la noche anterior.
Garth se levantó y se ciñó el yelmo.
La Duquesa de Kernew...
- Eisen, que las mujeres y los niños vayan a los refugios- dijo -. Y preparad vuestros arcos. Los hombres del trueno no tomarán esta aldea. No este día.
El caballero errante caminó hacia su montura. Elevó una plegaria a Freya y montó.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la vdd... me agrada. pero más que nada el inicio, porque mientras leia como que mas ganas me dieron de leer =P . aparte de que termino recreando con mi imaginacion xD.

Lion Chinaski dijo...

Sabes que siempre es bienvenido que te recrees con tu imaginación nena.