viernes, 15 de agosto de 2008

relaciones 2

Cuando el Chato y Amanda dejaron de tener sexo, el Chato se sintió realmente destruido. Amanda estaba muy bien, con una espalda y un culo como pocos, curvados, casi neumáticos, lindos lindos lindos. Pero la cosa iba más allá de eso. Realmente se había apegado a ella. En cierta forma la adoraba. Adoraba pasarse las horas abrazado a ella, sintiendo su cuerpo pegado al suyo y sus manos debajo de sus pantalones, tan solo acariciando el vello en su entrepierna. Adoraba los chistes que solo se sentía en posición de hacer como pareja sexual de Amanda. También adoraba su inseguridad y sus accesos de locura, pero la verdad era que esa locura fue la que llevó a esa grandiosa mujer a dejarlo, o eso se decía el Chato en su simplicidad.
Así que un día el Chato llamó por teléfono a Valeria y empezaron a salir. Valeria no tenía el culo y la espalda de Amanda, ni estaba tan loca (al menos no en el sentido más arquetípico de la palabra, porque tampoco podía decirse que fuera una chica "normal", lo cual definitivamente no hubiera estimulado lo suficiente al Chato), pero tenía un buen par de tetas y escribía buena poesía. Cuando el Chato la vio pensó que la cura a la falta del culo perfecto de Amanda eran un buen par de tetas y esa cualidad Pin Up girl que Valeria destilaba por los poros. Era, pues, donde Amanda era puro incendio, una chica con estilo.
Las salidas se hicieron más frecuentes, llegó el sexo y estuvo bien bien bien. Gracias al apoyo de Valeria sus poemas se empezaron a publicar. Se empezaron a publicar y de tanto en tanto por ahí, aparecía alguien que de verdad los hubiera leído. Se consiguió un trabajo en una librería y finalmente juntó suficiente dinero para comprarse un Volkswagen y él y Valeria salían en él todos los fines de semana y los días de entre semana y veían películas en el cinematógrafo y comían postresitos o simplemente tiraban en el bolocho como un par de cuyes encerrados en una caja de leche Gloria. Y al fin el Chato pudo decir que tenía una relación seria. Pudo decir que tenía una enamorada, y que empezaba a pasarlo bien.
Un día el Chato llevó a Valeria a la universidad, estacionaron el auto, se bajaron, fueron al patio de la facultad, saludaron a todo el mundo, se fumaron unos cigarros e hicieron despliegue de afecto y todo el mundo quiso a Valeria porque realmente era una reina y comentaban sobre lo afortunado que era el Chato de haberse conseguido una novia así y que además de todo tuviera un par como ese. Y Valeria no solo estaba bien, sino que hacía que el Chato también lo estuviera, y el asunto era puro caramelo y era todo lindo lindo lindo.
Entonces en algún momento de la tarde apareció Amanda en el patio y el Chato pensó que tal vez no fue una idea demasiado buena llevar a su chica a su universidad.
"Eh," dijo Valeria. "¿Esa no es la perra loca con la que tirabas en el verano?"
"Mierda, sí," respondió el Chato en un susurro, esperando que Amanda no los hubiera oído. Pero los había oído.
"¿Perra loca? No entiendo a qué vino eso," dijo acercándose a ellos, y fue como si se acercara un huracán. Y tamaño huracán, todo curvas y acción.
"A que eres una perra y estás loca," dijo Valeria poniéndose de pie.
"Ah, ok."
"Vaya perra loca más tranquila," dijo el Chato sin poder contenerse. Entonces Amanda se paró delante de él, le miró cinco segundos y le atizó un puñete en la cara.
El Chato gritó, se sobó la cara, y empezó a sentirse pequeño. Realmente odiaba sentirse pequeño.
"Tú fuiste un error," le dijo Amanda, que seguía mirándolo sin moverse.
El Chato se sintió herido además de pequeño. Retrocedió hasta quedar a la altura de su novia.
"Nena, métele un gancho a esa perra," le dijo. Valeria sonrió con éxtasis y se lanzó sobre Amanda. Le atizó un golpe en el estómago y luego le dio un cabezaso en medio de la cara. Amanda gimió de dolor. Valeria le pateó la rodilla, pero entonces la perra loca le dio con el codo en la nuca. Valeria se cayó al suelo y cuando intentó ponerse de pie, Amanda le atizó en la cara. Valeria quiso pararse de nuevo pero Amanda le volvió a atizar en la cara. Luego le dio dos patadas, una en cada teta y en un segundo, como si estuviera hecha de fuego, estaba encima del Chato, llenándolo de puñetazos y mordiscos y patadas.
"¡Cristo!" exclamó el Chato, y finalmente no le quedó más remedio que defenderse de aquella mujer inestable, tratando de sacársela de encima por todos los medios, dándole cabezasos, golpeándole en los costados y en el culo. Y qué culo. En medio de aquél torbellino de dolor, el Chato sintió la necesidad de tocarlo. Le dio un pellizco. Amanda le gritó hijo de puta y le mordió la nariz. Entonces el Chato gritó y la cogió del pelo y tironeó y ella gritó y él le mordió la nariz. Entonces ella le mordió la boca y él le apretó las nalgas con fuerza y trató de morderle el labio y se mordían y mordían y entonces el Chato la empotró contra una pared y realmente se mordían con furia, y ella rodeó su cintura con sus piernas lo cogió por el pelo y él comenzó a besarla y todos miraban miraban miraban y era terriblemente hermoso, e impúdico, y violento y mezquino, y despreciable, ¡en medio del patio de la facultad!, y Valeria, que seguía tendida en el suelo sangrando, comenzó a gritar de rabia y dolor al verlo, pero el Chato no la oía porque estaba demasiado ocupado besando esos labios ensangrentados y gozándose con aquél culo y esa espalda, perfectos, como pocos, tan curvados, casi neumáticos, lindos lindos lindos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

podrias vestirte.

Paulina dijo...

tu y tus mujeres con problemas... xD