sábado, 6 de septiembre de 2008

Into the void

Marta está de pie ante la vorágine, con un embarazo de seis meses y las mamas consumidas por un cáncer efebo. Vive en un cuarto piso de un edificio con azotea y vista al mar, gris, peludo, enardecido. Tiene un vecino en un departamento del segundo piso, un pollero que la llama por teléfono. Cuando desciende a hacer las compras y pasa por el pasadizo hay letras de crayola encendida que le escupen insultos a la cara y la desnudan y le tajean el cuerpo. Debe aprender a bajar más lentamente, procurando no alertar. Pero el pollero tiene buen oído y buen olfato, siente en el aire la vibra de sus feromonas pálidas y desencajadas, circuncidando al gusano, resonando en los salados recovecos. La llama cuando regresa y le da un susto terrible y la pobre Marta suelta las bolsas sobre la alfombra percudida y tiembla y se esconde de su propia mirada en el espejo, y la llama nuevamente alrededor de la media noche cuando ella duerme y se acaricia la barriga y le dice quiero chuparte aquellas bolsas de canguro, esas medias, esos trapitos cosidos, y atragantarme con ellos. Marta cuelga. Pero el pollero sigue llamándola y mirándola desde la rendija. Así que, cubierta en la frazada de piel tocaya, bañada en el rocío de los muertos, Marta se lanza a la vorágine.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

es muy sordido guapo.

Lion Chinaski dijo...

esa palabra te gusta.

Anónimo dijo...

o_o

Anónimo dijo...

FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

Anónimo dijo...

Chuuu! jojo re loco! pobre mina, tambien el tipo re loco, yo lo hubiera denunciado... xD
esta bueno eh
segui escribiendo! =)

Lion Chinaski dijo...

gracias.