martes, 2 de septiembre de 2008

un martes

Estuve durmiendo casi veinte horas. No podía quejarme. Afuera de mi cuarto la gente se había estado moviendo y moviendo desde muy temprano y yo prolongué mis horas de sueño conscientemente. Como todo un gran hombre. Me levanté y me acerqué a la computadora, dispuesto a darle una ojeada a mis cosas. Nada interesante. Fui al baño. Estuve leyendo y escuchando música un rato. Luego simplemente estuve tonteando, contestando las llamadas de la casa, molestando a la empleada.
De desayuno me comí un panetón y me preparé un café con chocolate. Luego saqué el vino de la congeladora para que deshielara. Arriba una vez más, prendí la terma y dejé sobre la cama la ropa que pensaba ponerme luego de ducharme. Encendí un cigarrillo y me dediqué a fumarlo mirando por la ventana. Pensando.
¿Los sueños son como las patadas? ¿Sí o no? Quizás cuando la voluntad no era suficientemente fuerte, pero aún así, ¿la voluntad me podía dar mi mujer y mi millón de dólares? No. O quizás simplemente yo no los deseaba realmente. Al menos, no el millón de dólares.
Veinte años. Exactamente igual que con diecinueve, pero más viejo. Y aún no lo suficientemente viejo para que hiciera una diferencia. Quizás tendría más suerte el siguiente año. Al menos a los veintiuno podría beber en el aire, con o sin barba.
Cuando me acabé el cigarro dejé la colilla en mi lata, bajé a la cocina y fui por el vino, aún algo congelado. Mi mamá cocinaba. Me miró.
"¿Qué has hecho con ese vino Sebastián? ¡El vino no se puede congelar! Ahora solo sirve para vinagre. No te puedes tomar ese vino."
"Mjm."
"¡No te puedes tomar ese vino!"
Cogí el vino.
"Mjm."
"No te puedes tomar ese vino, ¿me oyes?"
"Mjm."
Salí de la cocina con mi vino bajo el brazo. Subí y lo dejé en el clóset. Me senté frente a mi computadora y vi que me había bajado un disco que había estado tratando de descargar desde hacía meses. Y pensar que casi lo había sacado de la lista. ¿Lo había deseado bastante fuerte? No, la verdad era que simplemente me había olvidado. Lo abrí y me puse a escucharlo. Era genial.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lo más ansiado te elude
hasta que lo olvidas y de pronto llega.
plin!

Anónimo dijo...

Muy bueno che, me gusto. Al principio no pude captarlo bien, pero creo que ahora lo entendí!
Gracias! =)