Ana quería hablar y yo no tenía más remedio que ir a verla. Me preguntaba qué podía andar mal. Realmente, el sexo era maravilloso. Finísimo. Y ella tampoco estaba mal y yo me portaba bien. La llevaba al cine y le compraba regalos por los meses y todo. Pero siempre hay algo. Una mujer siempre puede encontrarle algo a una relación, y uno no tiene más remedio que admitir que ciertamente, pasa algo. Mientras cruzaba la cocina, mis padres discutían sobre algunas cosas que no funcionaban bien. Las puertas creo. A las puertas también les pasaba algo.
- José, hay que tener cuidado con la puerta de la derecha, está media floja.
- ¿Qué puerta?
- La de la derecha.
- Ah, okey.
En fin, salí a la calle y estuve pensando un rato antes de tomar el microbús. Pensaba en qué podría decir cuando llegara a donde Ana. Probablemente, debería decirle lo mucho que la quería. Lo genial que era. Lo hermosas que eran sus pecas. Lo hermosa que era ella. Lo repase mentalmente tres veces. Eres hermosa, eres hermosa, eres HERMOSA. Me quedó claro que eso no funcionaría o que en su defecto, yo no podría decirlo. Quizás solo debía decirle lo mucho que valía.
- Vales mucho- dije.
- Gracias joven- dijo el hombre a mi izquierda. Un maricón.
Ya en clases no me pude concentrar. No podía dejar de pensar en mis relaciones pasadas, todas plagadas de problemas. Siempre había algo. Pensaba que quizás yo tuviera algo. Que quizás necesitara un psicoanalista. Me pregunté cuanto podría costar una sesión de psicoanálisis. Tal vez 20 dólares. Casi podía imaginármelo.
- ¿Y cómo te sientes con respecto a eso?
- ¿Con respecto a qué?
- A eso que dijiste.
- ¿Qué dije?
- Que siempre te encuentran algo.
- Ah, eso. Pues mal, muy mal la verdad. Siento que nadie puede estar bien del todo conmigo, doctor.
- Mjm. ¿Su madre le dio de lactar?
- Pues no.
- Allí tiene la raíz del problema. Llámeme cuando haya hablado con su madre. Son 20 dólares.
Pero volviendo a la realidad, la verdad era que yo no tenía ese dinero, así que decidí ahorrármelo y autopsicoanalizarme.
Me levanté y fui al baño a lavarme la cara. En el baño habían dos tipos meando uno al lado del otro.
- OYE, ¿TE ACUERDAS QUE EL OTRO DÍA VI A UN LOCO MASTURBÁNDOSE?- decía uno.
- BROTHER, SÍ, CLARO.
- BUENO, PUES AHORA VI A UN LOCO DURMIENDO EN UN ÁRBOL. ¡COMO SI FUERA UN MONO O ALGO! ¡Y LE TOMÉ FOTO!
- VAYA, JAJAJÁ.
- SÍ, JAJAJAJÁ.
En fin, parecía que no era el único que estaba ahorrando. Cogí mi maletín y salí de allí, dispuesto a ir a ver a Ana. No me demoré mucho, en media hora estaba en su casa, y una vez allí la timbré al celular. No quería que me respondiera su madre. De eso tenía aún menos ganas que de hablar. Se abrió la puerta y allí estaba ella. Radiante dentro de aquél pijama de Minnie.
- Hola Rafa- me saludó.
- Hey nena, ¿qué tal?
- Quería hablar contigo- dijo.
- Claro, ¿paso?
- No, no, solo aquí.
- Ah... okey.
Estaba allanando el terreno. Estaba preparándose para darme un portazo en la nariz, lo veía venir. Cerré fuerte los puños.
- ¿Pasa algo?- pregunté.
- Sí Rafa, la verdad es que pasa algo- me respondió mirándome a los ojos.
- Oh. ¿Qué pasa?
- No lo sé... ya no es igual... te noto distante. Y la verdad, yo también estoy distante, no sé si lo has notado.
- Pues sí, la verdad es que sí- reconocí. Era mentira, por supuesto, para mí todo iba sobre ruedas -. Pero nena, no lo entiendo, yo no estoy distante. Vamos siempre al cine, nos reímos juntos, el sexo es buenísimo...
- ¿El sexo?
- Claro nena, el sexo es básico.
- ¿Básico?
- Ajá.
Ana arqueó una ceja.
- ¿Cómo así?
- Vamos preciosa, tú sabes...
- No, obviamente no sé.
- Si no nos fuera bien...
- ¿Ya habrías terminado conmigo?
- Bueno... más o menos... Eh, tienes una cualidad especial para hacer que todo lo que digo suene mal, ¿sabías?
- No, tampoco sabía. Me parece que suena mal porque está mal.
- ¡Pero si el sexo es básico!
- ¿En eso es lo único que piensas? ¿Qué es lo que te pasa Rafael?
- Nada...
- ¿Cómo que nada? Te pasa algo.
- No me pasa nada, ¿por qué siempre creen que me pasa algo?
- Será por algo. Dime, ¿qué soy para ti, Rafa?
- Eh...
Ahí debí decir algo bonito. Ustedes lo saben, yo lo sé, saben que en ese momento también lo sabía, probablemente ella también lo sabía y si se lo hubiera preguntado al psicoanalista, él también lo habría sabido. Pero qué puedo decir, yo es que me trabo en momentos así. Cuando a uno no lo dejan hablar y le siguen preguntando cosas fuertes.
- ¿Hm? No te oigo. ¿Qué soy? ¿Acaso soy solo un hueco donde metes la pinga?
- Vamos nena, tú sabes que no es así, eres un poco más que eso.
Ahora, ahí hasta yo me di cuenta de que la cagué. No había más que hablar, así que no quedaba más que prepararme para el portazo. Cerré los ojos... y no llegó. Escuché a Ana cerrar la puerta suavemente.
- Mierda.
Me quedé solo afuera. No podía hacer más que irme. Aunque por una vez, me iba con la nariz en una pieza.
martes, 10 de junio de 2008
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5 comentarios:
¡BRAVO!
Me gusta sigue así..=D
en verdad bueno,
a ver cuando paso a comer uvas verdes eh!
esta bueno,apesar de similitudes con la literatura light pero oh sospechas una fecha tan cercana a mi fecha de terminada con Ana y curioso ke sea tb el nombre del personaje y ke tb su ana le termine.
en si la situacion es identificable me gusta me disguta su similitud a mi situacion lo adjudico a casualidad
ay coño no seas melindroso.
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