arrastro los pies sobre la calle como el aderezo/ y la cebolla cortada
sobre la sartén
en las calles cerca de mi casa no hay ley
y en cambio por donde viven los niños del puente
reina la ley del gato que gira y gira queriendo agarrarse
la cola
un ouroboros felino
para una situación que empieza a ponerse peliaguda.
martes, 30 de octubre de 2007
lunes, 29 de octubre de 2007
Francisco del Riego. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú
Voy a contarle una historia. De esto ya hace un huevo de tiempo, pero me acuerdo bien. Por ese entonces yo estaría en cuarto, quinto ciclo, ya acabando el semestre. Este tipo era cachimbo, un chico más o menos alto, desgarbado, con una mata de pelo ruloso y una barba feísima, roja. De buena gana se le hubiera prestado una cuchilla de afeitar, porque con esa pinta el chico era todo un vagabundo. En fin, yo la verdad es que estaba ahí por pura casualidad, porque no soy de fumar hierba. Pero bueno, ahí estaba (aquí en realidad), en la universidad, por el campus de Letras y Humanidades, echado con mis amigos en el jardín y alguien sugirió llamar a este dealer que le habían recomendado. Todos atracamos, la verdad es que el día que tenía por delante se prestaba para un wirito. No ibamos a fumar dentro de la universidad, claro. Bueno, lo llamamos y nos dijo que no había problema, que ahí mismo nos llevaba la hierba. Yo pensé que un dealer bien bruto tenía que ser el cachimbo este, para andar repartiendo dentro de la Cato, donde cualquiera podía denunciarlo con el rector o lo que fuera. Al rato se apareció y nos saludó a todos, uno por uno. De que tenía mal aspecto, lo tenía, pero no podía decirse que fuera maleducado.
Y bueno, la cosa es que uno de nosotros pensaba como yo. Que el cachimbo este no era muy vivo por el asunto de la repartición dentro del campus, y se lo dijo, no de muy buena manera.
"Aún más," le dijo. "Le voy a decir al rector solamente para que aprendas."
Era Jaime, un chico que luego se pasó a la de Lima. Bueno, Jaime era el más pastrulo de nosotros, el que más consumía hierba, y a otras cosas seguro que también le entraba. Así que seguramente él ya andaba drogado o en qué estaría pensando. Nosotros tratamos de calmar el ambiente, persuadir a Jaime de que no jodiera, que nos dejara fumar en paz.
"Oye Jaime, dejate de huevadas imbécil," le dijo alguien. "Deja que el chico se vaya tranquilo."
Pero tarde. Tarde la cosa, porque cuando Jaime se paró a dar unas palmaditas cachosamente al cachimbo, este sacó un cuchillo. No sé en qué momento lo sacó, no me acuerdo tanto tampoco, pero había sacado un cuchillo y se lo puso en el cuello a Jaime, y ahí todos nos quedamos callados. Entonces el dealer este de pacotilla se empezó a reir. A reir en la cara de todos nosotros, del puto maricón de Jaime que por poco se había meado, y de todos nosotros, como si fueramos menos por haber tratado de amenazarlo, por haber guardado silencio. Entonces simplemente se guardó el cuchillo y dijo "Disfruten," o algo así. Y luego se fue, sin más. No hablamos más del asunto, y la verdad es que yo no fumé esa hierba tranquilo.
A los pocos días se acabó el ciclo, y claro, ninguno de nosotros lo volvió a llamar. Tan cojudos no eramos tampoco.
Y bueno, la cosa es que uno de nosotros pensaba como yo. Que el cachimbo este no era muy vivo por el asunto de la repartición dentro del campus, y se lo dijo, no de muy buena manera.
"Aún más," le dijo. "Le voy a decir al rector solamente para que aprendas."
Era Jaime, un chico que luego se pasó a la de Lima. Bueno, Jaime era el más pastrulo de nosotros, el que más consumía hierba, y a otras cosas seguro que también le entraba. Así que seguramente él ya andaba drogado o en qué estaría pensando. Nosotros tratamos de calmar el ambiente, persuadir a Jaime de que no jodiera, que nos dejara fumar en paz.
"Oye Jaime, dejate de huevadas imbécil," le dijo alguien. "Deja que el chico se vaya tranquilo."
Pero tarde. Tarde la cosa, porque cuando Jaime se paró a dar unas palmaditas cachosamente al cachimbo, este sacó un cuchillo. No sé en qué momento lo sacó, no me acuerdo tanto tampoco, pero había sacado un cuchillo y se lo puso en el cuello a Jaime, y ahí todos nos quedamos callados. Entonces el dealer este de pacotilla se empezó a reir. A reir en la cara de todos nosotros, del puto maricón de Jaime que por poco se había meado, y de todos nosotros, como si fueramos menos por haber tratado de amenazarlo, por haber guardado silencio. Entonces simplemente se guardó el cuchillo y dijo "Disfruten," o algo así. Y luego se fue, sin más. No hablamos más del asunto, y la verdad es que yo no fumé esa hierba tranquilo.
A los pocos días se acabó el ciclo, y claro, ninguno de nosotros lo volvió a llamar. Tan cojudos no eramos tampoco.
viernes, 26 de octubre de 2007
oda a Sonora
a Lion Chinaski le dispararon en la frontera con México. Él si sabe
lo que es el dolor
vagar arrastrándose cual cascabel en una cola
para terminar apretujado en los pliegues de un sillón
teniendo entre manos un libro de Felisberto Hernández
y en mi tierra al sur de la Tierra resonando la voz de los que dicen
"la compra de 40 000 laptops no va a incidir en la mejora de la
----------educación peruana"
pero, ¿seguramente mejorarían las cosas?
tendría que seguir acariciando mi mentón con la tierra
y saborear el agua que derraman las rojas tunas, los arándonos
las deliciosas pitufresas
para averiguarlo.
yo soy Lion Chinaski y sé lo que es el dolor
sé lo que es ir cuesta abajo hasta llegar al norte
dar media vuelta y enredar las piernas en un alambre de púas
para echar a correr, correr como una liebre
y esparcir mi toxoplasmosis indolente entre los animales del desierto
----------y de sus dueños
los animales de la granja
y pensando que tal vez si metiéramos todos una moneda más en la
----------rockola
podríamos pegar de alaridos al son de la canción.
lo que es el dolor
vagar arrastrándose cual cascabel en una cola
para terminar apretujado en los pliegues de un sillón
teniendo entre manos un libro de Felisberto Hernández
y en mi tierra al sur de la Tierra resonando la voz de los que dicen
"la compra de 40 000 laptops no va a incidir en la mejora de la
----------educación peruana"
pero, ¿seguramente mejorarían las cosas?
tendría que seguir acariciando mi mentón con la tierra
y saborear el agua que derraman las rojas tunas, los arándonos
las deliciosas pitufresas
para averiguarlo.
yo soy Lion Chinaski y sé lo que es el dolor
sé lo que es ir cuesta abajo hasta llegar al norte
dar media vuelta y enredar las piernas en un alambre de púas
para echar a correr, correr como una liebre
y esparcir mi toxoplasmosis indolente entre los animales del desierto
----------y de sus dueños
los animales de la granja
y pensando que tal vez si metiéramos todos una moneda más en la
----------rockola
podríamos pegar de alaridos al son de la canción.
lunes, 22 de octubre de 2007
el duelo del ronin Heihachi y el bandido Makoto Gorobei
Heihachi desenfunda la larga espada
la sangre recorre los vasos capilares de sus ojos
de las aletas de su nariz
y de sus manos que se retuercen alrededor de la tsuba.
mira a los ojos del adversario
del guerrero Gorobei
¿bastará la gloria de la batalla
y la sangre en la hoja de la espada ajena?
se entrecruzan las miradas
ambos bushi preparan la ofrenda que clama la tierra
la épica de la batalla terminará en haikus
y volverá el río a su cauce.
la técnica del guerrero Gorobei
cortaría la garganta de Heihachi
y penetraría raudamente su corazón/
Heihachi no tiene más técnica
que abrir el estómago de Makoto Gorobei en canal.
la sangre recorre los vasos capilares de sus ojos
de las aletas de su nariz
y de sus manos que se retuercen alrededor de la tsuba.
mira a los ojos del adversario
del guerrero Gorobei
¿bastará la gloria de la batalla
y la sangre en la hoja de la espada ajena?
se entrecruzan las miradas
ambos bushi preparan la ofrenda que clama la tierra
la épica de la batalla terminará en haikus
y volverá el río a su cauce.
la técnica del guerrero Gorobei
cortaría la garganta de Heihachi
y penetraría raudamente su corazón/
Heihachi no tiene más técnica
que abrir el estómago de Makoto Gorobei en canal.
domingo, 21 de octubre de 2007
Camila Rodríguez. Irish Pub de Murphy, Lima, Perú.
La primera vez que vi a Nicolás Toro fue en el taller de poesía de la Universidad Católica, hará un par de años. Por entonces él tendría unos 19, 20 años. Yo tenía 18.
Habían chicos más guapos, pero desde el primer día él me pareció el más interesante. No me pregunten por qué. No habló mucho en esa clase, dijeron su nombre completo (Alonso Nicolás Toro de Agraz, un nombre de lo más pintoresco) y él dijo que no se llamaba Alonso, que seguro era un error de impresión. La siguiente clase me diría que sí se llamaba Alonso, pero que toda la vida le habían dicho Nicolás y no estaba acostumbrado a usar su primer nombre.
Pero bueno, en ese mismo primer día cada uno de los asistentes dijo un poco de sí mismo. Él dijo que siempre había escrito relatos y cuentos cortos, pero que había empezado a hacer poesía hacía relativamente poco, y que su principal influencia era Bukowski. Yo la verdad es que no había leído nada de Bukowski. En fin. Solía abordarlo antes o quizás después de clases, y muchas veces él estaría algo cansado. Siempre hablaba de leer mis poemas, pero estos no eran demasiado buenos. Los suyos eran bastante mejores, la verdad. Sí, un día los leyó en el taller y en ese momento pensé que ninguno de nosotros escribía tan bien como él, o al menos que ninguno de nosotros decía las mismas cosas que él decía en sus poemas. Al maestro Luis Chueca, el jefe del taller, creo que no le parecían la gran cosa y con el tiempo me di cuenta de que sí, quizás no lo eran, pero él los hacía sonar bien.
No me enteré del grupo que había fundado Nicolás hasta bastante tiempo después. A la tercera o cuarta semana del taller. Había un chico que se llamaba Álvaro o Andrés que era amigo de Nicolás de cuando habían estado en el colegio (sus amigos del colegio le solían llamar Bully o Bully Chinaski, por su apellido). Un día después de que Nicolás leyera uno de sus poemas, Álvaro me contó que este había estado viajando varios meses por el extranjero. No sé a qué venía, supongo que se habría dado cuenta de que me llamaba la atención, aunque en ningún momento fui muy obvia, creo. En fin, dijo que Nicolás Toro se había pasado casi seis meses ahorrando para comprar un pasaje para ir a Estados Unidos y ver a su amor perdido o algo así. Nadie sabía que había pasado en ese viaje, pero Nicolás nunca vio a la chica. Dicen que se paseó por media costa este, por México, ¿y por Islandia? Ya no sé. También me dijo que se había tatuado el nombre de la chica, en carácteres vikingos. Luego se echó a reir, como si me estuviera tomando el pelo, y Nicolás que ya se había sentado sonreía y se encogía de hombros, pero luego le pedí que me mostrara su hombro y sí, tenía un tatuaje escrito en letras bastante raras, así que no supe qué pensar. Le pregunté por la chica y dijo que no quería hablar de eso. Luego Álvaro dijo que a su regreso Nicolás fundó el visceralismo incendiario, pero Nicolás lo corrigió, dijo que él había fundado el visceralismo incendiario antes de viajar, por internet, con un amigo español (él dijo vasco). Yo pregunté qué era el visceralismo incendiario y ellos me miraron como si fuera un bicho raro.
"Es un movimiento poético," respondió Nicolás, como quitándole importancia. Pero yo sé que en el fondo él quería hablar de eso, porque luego me lo explicó bien. La verdad es que viendolo ahora, no tenía nada de original, pero yo era un poco inmadura, me dejaba sorprender fácilmente (por ejemplo, cuando me dijo que él no era ni de derecha ni de izquierda, sino anarquista, también me sorprendió) y no sabía demasiado de movimientos poéticos pasados, así que oir hablar de un grupo de poetas jóvenes que querían vomitar sobre la alfombra persa de la literatura me pareció algo idílico y casi admirable. Nicolás me preguntó si quería unirme. Yo pregunté quiénes eran miembros. Él me dijo que del taller, solamente Fiorella, Piero (otro de su colegio) y Diana (ese día recuerdo que Diana no estaba, Fiorella estaba sentada con nosotros y Piero estaba por ahí sentado, conversando con otro chico que no recuerdo bien). De ellos tres la que mejor me caía era Fiorella, pero Diana era la que mejor escribía. Bueno, me estoy yendo por las ramas. En fin, sin haberles mostrado siquiera mis poemas, yo ya era parte de los visceralistas incendiarios. A veces pienso que no le importaba en absoluto la calidad, sino la cantidad de poetas en sus filas.
Y bueno, no nos reunimos muchas veces, si he de ser sincera. Un par de veces, quizás un poco más, no recuerdo. Fuimos a chupar, a beber alcohol digo, a algún café, nos reunimos en casa de Fiorella que vivía sola, e hicimos un almuerzo en casa de Piero, que quedaba en Villa, BASTANTE lejos del resto de nosotros, pero era una casa con un jardín inmenso y donde pudimos beber y comer, escuchar rock clásico y hablar de poesía hasta cansarnos. Sí, habían más visceralistas incendiarios, te puedo dar nombres: Horacio Guerra, Helena de la Torre, Romina Duarte, Miquel González, Fernando Cottle, Francisco León (le decíamos Pancho, así que imagino que se llamaba Francisco), Luz Esperanza Iñárritu, María Graña, Laura Falcón, Manuel Carranza, Alejandro Benavides y bueno, Nicolás Toro claro, los tres que ya mencioné, que son Fiorella Rodríguez, Piero Rota y Diana McArthur, y yo. Muchos eran gente del taller que se unió después.
Bueno, luego de eso la cosa no duró mucho. Fue un año o algo así. Nicolás era amigo de un tal Carlos Contreras. Este ya había terminado la carrera de derecho en otra universidad de Lima, pero pertenecía a una agrupación poética similar al visceralismo incendiario (aunque de poetas más viejos) llamada Ataque. Contreras ayudó mucho con lo que era recitales y artículos en revistas de literatura underground en las que finalmente todos nosotros (o la mayoría de nosotros) publicamos, hasta los que peor escribíamos (me incluyo). Entonces, en un momento dado, Nicolás dijo que se iba de viaje. Supongo que peleó con sus padres o algo así; sus notas no eran muy buenas. Siguió yendo a la universidad, pero creo que ya no estudiaba realmente. Al final, un día nos reunimos en uno de esos bares a los que solíamos ir, estabamos Horacio Guerra, Helena de la Torre, Diana, Fiorella, María Graña y Nicolás, que las últimas semanas había estado más bien ausente. Nos dijo que se iba a España. Que había estado trabajando, averiguando no sé qué cosas, y hablando con su amigo vasco, el que según Nicolás, era el cofundador del visceralismo incendiario. Un tal Urtzi de la Rosa. Dijo que se encontraría con Urtzi en España, en Vitoria creo. María le dijo que estaba loco. Él, definitivamente, no tenía dinero. Le dijo que eso estaba arreglado. Ahorraría unos meses más, y luego se iría en barco. Primero, quizás, pasaría por África. María se rió, y creo que Diana y quizás yo también nos reimos. Los demás... creo que sabían que hablaba en serio. Hicimos una última reunión en casa de Piero la semana siguiente, como despedida. La cosa se puso fea en un momento, porque María (que creo que también sentía algo por Nicolás) le dijo que estaba loco, que estaba cagando su futuro y que se estaba portando como un idiota. Yo en el momento sentí que no había conocido nunca a nadie como Nicolás Toro. María se fue por ahí con Piero, que trató de animarla, y los demás seguimos bebiendo. En un momento dado, Nicolás desapareció.
Antes que viajara lo llamé por teléfono. Le dije que sin él el visceralismo incendiario estaba muerto. Entonces se rió. Se rió y me dijo, "Cami, si no me voy el visceralismo incendiario estará muerto."
Habían chicos más guapos, pero desde el primer día él me pareció el más interesante. No me pregunten por qué. No habló mucho en esa clase, dijeron su nombre completo (Alonso Nicolás Toro de Agraz, un nombre de lo más pintoresco) y él dijo que no se llamaba Alonso, que seguro era un error de impresión. La siguiente clase me diría que sí se llamaba Alonso, pero que toda la vida le habían dicho Nicolás y no estaba acostumbrado a usar su primer nombre.
Pero bueno, en ese mismo primer día cada uno de los asistentes dijo un poco de sí mismo. Él dijo que siempre había escrito relatos y cuentos cortos, pero que había empezado a hacer poesía hacía relativamente poco, y que su principal influencia era Bukowski. Yo la verdad es que no había leído nada de Bukowski. En fin. Solía abordarlo antes o quizás después de clases, y muchas veces él estaría algo cansado. Siempre hablaba de leer mis poemas, pero estos no eran demasiado buenos. Los suyos eran bastante mejores, la verdad. Sí, un día los leyó en el taller y en ese momento pensé que ninguno de nosotros escribía tan bien como él, o al menos que ninguno de nosotros decía las mismas cosas que él decía en sus poemas. Al maestro Luis Chueca, el jefe del taller, creo que no le parecían la gran cosa y con el tiempo me di cuenta de que sí, quizás no lo eran, pero él los hacía sonar bien.
No me enteré del grupo que había fundado Nicolás hasta bastante tiempo después. A la tercera o cuarta semana del taller. Había un chico que se llamaba Álvaro o Andrés que era amigo de Nicolás de cuando habían estado en el colegio (sus amigos del colegio le solían llamar Bully o Bully Chinaski, por su apellido). Un día después de que Nicolás leyera uno de sus poemas, Álvaro me contó que este había estado viajando varios meses por el extranjero. No sé a qué venía, supongo que se habría dado cuenta de que me llamaba la atención, aunque en ningún momento fui muy obvia, creo. En fin, dijo que Nicolás Toro se había pasado casi seis meses ahorrando para comprar un pasaje para ir a Estados Unidos y ver a su amor perdido o algo así. Nadie sabía que había pasado en ese viaje, pero Nicolás nunca vio a la chica. Dicen que se paseó por media costa este, por México, ¿y por Islandia? Ya no sé. También me dijo que se había tatuado el nombre de la chica, en carácteres vikingos. Luego se echó a reir, como si me estuviera tomando el pelo, y Nicolás que ya se había sentado sonreía y se encogía de hombros, pero luego le pedí que me mostrara su hombro y sí, tenía un tatuaje escrito en letras bastante raras, así que no supe qué pensar. Le pregunté por la chica y dijo que no quería hablar de eso. Luego Álvaro dijo que a su regreso Nicolás fundó el visceralismo incendiario, pero Nicolás lo corrigió, dijo que él había fundado el visceralismo incendiario antes de viajar, por internet, con un amigo español (él dijo vasco). Yo pregunté qué era el visceralismo incendiario y ellos me miraron como si fuera un bicho raro.
"Es un movimiento poético," respondió Nicolás, como quitándole importancia. Pero yo sé que en el fondo él quería hablar de eso, porque luego me lo explicó bien. La verdad es que viendolo ahora, no tenía nada de original, pero yo era un poco inmadura, me dejaba sorprender fácilmente (por ejemplo, cuando me dijo que él no era ni de derecha ni de izquierda, sino anarquista, también me sorprendió) y no sabía demasiado de movimientos poéticos pasados, así que oir hablar de un grupo de poetas jóvenes que querían vomitar sobre la alfombra persa de la literatura me pareció algo idílico y casi admirable. Nicolás me preguntó si quería unirme. Yo pregunté quiénes eran miembros. Él me dijo que del taller, solamente Fiorella, Piero (otro de su colegio) y Diana (ese día recuerdo que Diana no estaba, Fiorella estaba sentada con nosotros y Piero estaba por ahí sentado, conversando con otro chico que no recuerdo bien). De ellos tres la que mejor me caía era Fiorella, pero Diana era la que mejor escribía. Bueno, me estoy yendo por las ramas. En fin, sin haberles mostrado siquiera mis poemas, yo ya era parte de los visceralistas incendiarios. A veces pienso que no le importaba en absoluto la calidad, sino la cantidad de poetas en sus filas.
Y bueno, no nos reunimos muchas veces, si he de ser sincera. Un par de veces, quizás un poco más, no recuerdo. Fuimos a chupar, a beber alcohol digo, a algún café, nos reunimos en casa de Fiorella que vivía sola, e hicimos un almuerzo en casa de Piero, que quedaba en Villa, BASTANTE lejos del resto de nosotros, pero era una casa con un jardín inmenso y donde pudimos beber y comer, escuchar rock clásico y hablar de poesía hasta cansarnos. Sí, habían más visceralistas incendiarios, te puedo dar nombres: Horacio Guerra, Helena de la Torre, Romina Duarte, Miquel González, Fernando Cottle, Francisco León (le decíamos Pancho, así que imagino que se llamaba Francisco), Luz Esperanza Iñárritu, María Graña, Laura Falcón, Manuel Carranza, Alejandro Benavides y bueno, Nicolás Toro claro, los tres que ya mencioné, que son Fiorella Rodríguez, Piero Rota y Diana McArthur, y yo. Muchos eran gente del taller que se unió después.
Bueno, luego de eso la cosa no duró mucho. Fue un año o algo así. Nicolás era amigo de un tal Carlos Contreras. Este ya había terminado la carrera de derecho en otra universidad de Lima, pero pertenecía a una agrupación poética similar al visceralismo incendiario (aunque de poetas más viejos) llamada Ataque. Contreras ayudó mucho con lo que era recitales y artículos en revistas de literatura underground en las que finalmente todos nosotros (o la mayoría de nosotros) publicamos, hasta los que peor escribíamos (me incluyo). Entonces, en un momento dado, Nicolás dijo que se iba de viaje. Supongo que peleó con sus padres o algo así; sus notas no eran muy buenas. Siguió yendo a la universidad, pero creo que ya no estudiaba realmente. Al final, un día nos reunimos en uno de esos bares a los que solíamos ir, estabamos Horacio Guerra, Helena de la Torre, Diana, Fiorella, María Graña y Nicolás, que las últimas semanas había estado más bien ausente. Nos dijo que se iba a España. Que había estado trabajando, averiguando no sé qué cosas, y hablando con su amigo vasco, el que según Nicolás, era el cofundador del visceralismo incendiario. Un tal Urtzi de la Rosa. Dijo que se encontraría con Urtzi en España, en Vitoria creo. María le dijo que estaba loco. Él, definitivamente, no tenía dinero. Le dijo que eso estaba arreglado. Ahorraría unos meses más, y luego se iría en barco. Primero, quizás, pasaría por África. María se rió, y creo que Diana y quizás yo también nos reimos. Los demás... creo que sabían que hablaba en serio. Hicimos una última reunión en casa de Piero la semana siguiente, como despedida. La cosa se puso fea en un momento, porque María (que creo que también sentía algo por Nicolás) le dijo que estaba loco, que estaba cagando su futuro y que se estaba portando como un idiota. Yo en el momento sentí que no había conocido nunca a nadie como Nicolás Toro. María se fue por ahí con Piero, que trató de animarla, y los demás seguimos bebiendo. En un momento dado, Nicolás desapareció.
Antes que viajara lo llamé por teléfono. Le dije que sin él el visceralismo incendiario estaba muerto. Entonces se rió. Se rió y me dijo, "Cami, si no me voy el visceralismo incendiario estará muerto."
sábado, 20 de octubre de 2007
Ehud Maklef. Union Park, Manhattan, Nueva York.
La verdad es que no esperaba volver a ver a Nicolás Toro (al menos no tan pronto). La primera vez que lo vi fue hace algo menos de un año, en el Union Park. Era un martes o un jueves. Un día movido, pero de venta regular por el calor. No recuerdo cómo pero empezó a hablar con nosotros, supongo que nos habrá escuchado hablar castellano. La cosa es que se quedó con nosotros, hablando o más que nada escuchando. Se le veía un pibe bastante tranquilo, con pelo bien grande y una barba bastante crecida. Nos había dicho que era escritor. Nos sentamos junto a mis pinturas y yo le ofrecí un cigarrillo. Mientras fumábamos me pasó un par de poemas y un relato en su cuaderno. No estaban mal, uno de los poemas era medio picante, medio erótico, algo simpático. El relato era ingenioso, me hizo reir. No era malo para nada. Al final de la tarde yo y Mikha hablamos de ir a un pub mexicano, no muy lejos del parque. Mikha era amigo mío de hace años, de cuando viví en Israel. Con él hablaba en hebreo, así que Nicolás no se enteraba de nada de lo que hablábamos. Le dije para llevarlo, y él me preguntó por qué. La verdad es que lo pensé un poco. Le dije que la verdad, me recordaba un poco a mí mismo, unos cuantos años antes. Algo en él me decía que se sentía un poco perdido. En fin, estuvimos ahí, coqueteamos con las chicas, bebimos unos margaritas (nadie pareció notar que Nico no llegaba a los 21), habían un par de lloronas en la mesa de al lado, comimos fajitas, estuvo todo agradable. Luego dejamos a Nicolás en su hostal. Se suponía que era su última noche en Nueva York, le hubiera ofrecido que se quedara en mi departamento pero bueno, vos sabés como son estas cosas. Le dejé mi correo y nos despedimos. Y bueno, un par de días después (ahora sé que lo conocí el martes, porque los miércoles no trabajamos, pero los viernes sí) me lo volví a encontrar. Otra vez estuvo con nosotros. Sí, sí, no la haré mucho más larga. Nos contó que se había animado a quedarse un par de días más en la ciudad, que el día anterior había estado con Savanah, una señora de color que se pasea por aquí (y que realmente puede llegar a ser muy molesta, con perdón), y que lo había llevado a Barnes & Nobles. Había llegado a la conclusión de que Nueva York aún tenía más que ofrecer. A mí la verdad me pareció muy bien, me dio gusto. Es una gran ciudad, como le dije, cuando uno está en Nueva York siente que está donde suceden las cosas. Eso sí, todos le sugerimos que saliera de Union Square, que había más que ver en Manhattan, pero él ni caso, dividía su tiempo entre el parque y la librería. En fin, esa noche se suponía que Nicolás dormiría en el parque. Pero bueno, en la noche llovió, la tormenta se puso bien fuerte, y ya había un poco más de confianza (incluso fumamos algo de hierba en mi furgoneta, pero la verdad, no me pareció que él hubiera fumado bien, porque la droga no le hizo nada), así que le ofrecí alojarlo en mi departamento, le dije "hey, Nico, si querés podés dormir en el depa, esta noche Mikha se queda a cuidar las cosas y hay espacio." Él aceptó encantado. En fin. Nos quedamos un rato más en el parque debajo de una sombrilla, hablando Nicolás, una chica rusa, Yelena (la chica del pueblo le decíamos, je) y Pierre (francés), su novio del momento, y yo. Luego bajamos al metro, Nico y yo por nuestra ruta hasta Jersey City y Pierre y Yelena por la suya. Bueno, al día siguiente Nicolás estuvo dando vueltas entre el parque y Barnes & Nobles, hablando con Yelena, en general dando vueltas. No lo vi mucho. Al final se quedó hablando con una hippie que estaba matando a una pobre armónica. Yo quería matarla, pero al parecer el Nico tenía otros planes para ella. Se perdieron juntos, y después de eso ya no lo volví a ver.
Me enteré después que Nicolás había regresado a buscarnos, para despedirse, pero no nos había encontrado. Algunos días después me lo encontré en el Messenger, él ya estaba en Florida, en casa de unos tíos. Hablamos bastante en el tiempo que estuvo por ahí, por las noches. Me contó por qué había venido a los Estados Unidos realmente, buscando a una mina. Yo le dije que había tenido valor. Y bueno, seguimos hablando, incluso después de que volvió a Perú, pero ya no mucho. Y como dije al principio, no esperaba volver a verlo por aquí. Incluso me fui de Nueva York, viajé a Uruguay, a Brasil. Luego volví a trabajar. Y bueno, un día se apareció aquí, junto a mi puesto. Más pelucón que la última vez, aunque con algo menos de barba, y no estaba solo. Esta vez venía con un amigo suyo, un español más o menos de su edad llamado Urtzi de la Rosa. Nos lo presentó, nos dijo que también era escritor. Y bueno, hablamos un rato, dijeron que pensaban quedarse un buen tiempo en Nueva York. Yo les dije que me parecía genial. Me preguntó si sabía de alguien que pudiera darles trabajo. Les dije que trataría de averiguar, pero que la verdad es que no tenía idea. Dijeron que no importaba, me agradecieron y entonces nos despedimos. Nicolás me dijo que estarían pasándose por aquí, que de momento se irían a McDonalds a desayunar y luego se darían una vuelta por Barnes & Nobles, pero que definitivamente se pasarían por aquí de nuevo.
Y bueno, así es como va la cosa. De eso ha pasado casi un mes, y casi todos los sábados Nicolás Toro y Urtzi de la Rosa se pasan por aquí. Alguna vez se pasan por McDonalds, luego entran a Barnes & Nobles. La verdad es que no sé, pero yo la verdad lo noté a Nicolás algo cambiado desde esa última vez que nos vimos. No, no, qué va, la hippie esa no tiene nada que ver, de eso estoy seguro, a lo más habrá sido un polvo. Esto es solo algo que veo en él y en Urtzi de la Rosa, algo que el Nico no tenía la primera vez que estuvo en Nueva York y que la verdad que no me provoca averiguar qué es.
Me enteré después que Nicolás había regresado a buscarnos, para despedirse, pero no nos había encontrado. Algunos días después me lo encontré en el Messenger, él ya estaba en Florida, en casa de unos tíos. Hablamos bastante en el tiempo que estuvo por ahí, por las noches. Me contó por qué había venido a los Estados Unidos realmente, buscando a una mina. Yo le dije que había tenido valor. Y bueno, seguimos hablando, incluso después de que volvió a Perú, pero ya no mucho. Y como dije al principio, no esperaba volver a verlo por aquí. Incluso me fui de Nueva York, viajé a Uruguay, a Brasil. Luego volví a trabajar. Y bueno, un día se apareció aquí, junto a mi puesto. Más pelucón que la última vez, aunque con algo menos de barba, y no estaba solo. Esta vez venía con un amigo suyo, un español más o menos de su edad llamado Urtzi de la Rosa. Nos lo presentó, nos dijo que también era escritor. Y bueno, hablamos un rato, dijeron que pensaban quedarse un buen tiempo en Nueva York. Yo les dije que me parecía genial. Me preguntó si sabía de alguien que pudiera darles trabajo. Les dije que trataría de averiguar, pero que la verdad es que no tenía idea. Dijeron que no importaba, me agradecieron y entonces nos despedimos. Nicolás me dijo que estarían pasándose por aquí, que de momento se irían a McDonalds a desayunar y luego se darían una vuelta por Barnes & Nobles, pero que definitivamente se pasarían por aquí de nuevo.
Y bueno, así es como va la cosa. De eso ha pasado casi un mes, y casi todos los sábados Nicolás Toro y Urtzi de la Rosa se pasan por aquí. Alguna vez se pasan por McDonalds, luego entran a Barnes & Nobles. La verdad es que no sé, pero yo la verdad lo noté a Nicolás algo cambiado desde esa última vez que nos vimos. No, no, qué va, la hippie esa no tiene nada que ver, de eso estoy seguro, a lo más habrá sido un polvo. Esto es solo algo que veo en él y en Urtzi de la Rosa, algo que el Nico no tenía la primera vez que estuvo en Nueva York y que la verdad que no me provoca averiguar qué es.
yo quería leer en el baño
trato de usar el baño
pero mi padre ha entrado antes
"voy a echar una pilita," dice, quitándome toda intención que pudiera
-------------haber tenido
de sentarme en el wáter a leer.
el olor se esparce por el baño
y medito sobre lo intolerable que resulta
pensar que con los años todos los hombres empezamos a oler
(unos más que otros, claro).
he decidido leer en mi cuarto
echado en mi cama, pensando
pensando qué tan al fondo de una fosa podría vivir un hombre
y seguir siendo un hombre
y no un cadáver.
pero mi padre ha entrado antes
"voy a echar una pilita," dice, quitándome toda intención que pudiera
-------------haber tenido
de sentarme en el wáter a leer.
el olor se esparce por el baño
y medito sobre lo intolerable que resulta
pensar que con los años todos los hombres empezamos a oler
(unos más que otros, claro).
he decidido leer en mi cuarto
echado en mi cama, pensando
pensando qué tan al fondo de una fosa podría vivir un hombre
y seguir siendo un hombre
y no un cadáver.
jueves, 18 de octubre de 2007
hombre ola
he preparado mi venganza (he empezado a lustrar mis botas)
durante años, como un viejo samurai
he regalado la guitarra (la lluvia tiene cabello largo y moreno)
tomo un cuadernillo y garabateo cuatro versos fumando un cigarrillo
--------------------------------------------------------------------------- -/negro
se retuerce en mis pulmones la iguana índigo
el dije de la paz descansa sobre mesita. Ya ha tocado madera
encuadro mis dedos sobre aquella piedra (lo quieres de nuevo)
busquemos a los poetas perdidos del sur
a esos que descansan bajo los arrabales y los cartones
mojados por la lluvia (por las gotas de quien se sacude un pene
-----------------------------------------------------------------/inmisericorde)
en la fría noche de cuchillos
así preparo mi venganza contra el viento, la marea
la lluvia.
durante años, como un viejo samurai
he regalado la guitarra (la lluvia tiene cabello largo y moreno)
tomo un cuadernillo y garabateo cuatro versos fumando un cigarrillo
--------------------------------------------------------------------------- -/negro
se retuerce en mis pulmones la iguana índigo
el dije de la paz descansa sobre mesita. Ya ha tocado madera
encuadro mis dedos sobre aquella piedra (lo quieres de nuevo)
busquemos a los poetas perdidos del sur
a esos que descansan bajo los arrabales y los cartones
mojados por la lluvia (por las gotas de quien se sacude un pene
-----------------------------------------------------------------/inmisericorde)
en la fría noche de cuchillos
así preparo mi venganza contra el viento, la marea
la lluvia.
quien guste de tu espalda nena
es como quien aprende a tocar el blues de la penitenciaría
con una guitarra de una sola cuerda.
durante la semana le habría de sacar brillo a la madera
con un trapo de seda bastante fino
y una lata celeste de betún blanco guardada en una caja enorme,
el requisito de todo lustrabotas que se respete.
más tarde, sentado en su banco iría desarrollando la destreza
de 4 dedos arrastrándose horizontalmente entre 19 trastes
imaginando que va presionando entre tus vértebras,
que en realidad va contando el espacio
entre tus pecas y lunares
queriendo tocar sobre tu espalda el blues de la penitenciaría.
con una guitarra de una sola cuerda.
durante la semana le habría de sacar brillo a la madera
con un trapo de seda bastante fino
y una lata celeste de betún blanco guardada en una caja enorme,
el requisito de todo lustrabotas que se respete.
más tarde, sentado en su banco iría desarrollando la destreza
de 4 dedos arrastrándose horizontalmente entre 19 trastes
imaginando que va presionando entre tus vértebras,
que en realidad va contando el espacio
entre tus pecas y lunares
queriendo tocar sobre tu espalda el blues de la penitenciaría.
miércoles, 17 de octubre de 2007
manifiesto visceralista incendiario
- este es el poema de la miel azul que se derrama de la cornucopia.
- Sócrates pasará a la historia como el filósofo más ignorante de la antigüedad.
- la Cabra me enseñó los poemas de parejas masturbatorias y largos inviernos y me mostró la envidia que me daban los escritores malditos, siempre bebiendo sus cervezas y muriendo de cáncer.
- la vida nos impone el amor joven para luego cortarlo, empaquetarlo y mandarlo a prepararse para el amor viejo y socialmente aceptable de la música pop. si te decides a perseguirlo puedes vivir cosas que no esperabas ver y que se saldrán de los márgenes de lo planificado.
- esto podría ser bueno.
- podrías terminar en Barnes&Nobles, leyendo a Whitman, a Bolaño, a Bukowski, a Celine, a Borges, a Li Po y a Tu Fu, a Eielson, poemas de Hora Zero y el infrarrealismo, haikus japoneses, a Harry Potter y toneladas de novelas gráficas y enciclopedias de superhéroes y libros esotéricos como los que en Lima solo podías encontrar en librerías de segunda mano.
- el amor joven cortado, empaquetado y exiliado al norte puede hacer dos cosas por ti:
a) liberarte.
b) convertirte en un poeta, y en ese caso, Odín te libre, nunca tendrás amor viejo. eres una estrella de rock del inframundo de la lectura, de la realidad parduzca que se va formando debajo de la mente y en el interior de las orejas.
- hemos empezado a ver lo que todo el mundo dice pero que, al final, nadie parece comprender a cabalidad/nadie parece hacer nada/probablemente nosotros tampoco hagamos nada/pero diremos mucho. que nacemos para estudiar, que estudiamos para volver a estudiar y este segundo estudio lo hacemos para trabajar, para comprar vinos caros, para tener una televisión y una cama de agua, para no morir de hambre, para tener un dolar que dar a nuestros hijos, para no terminar con los estómagos llenos de parásitos, con sífilis en nuestros penes (si los tenemos) y sida en nuestras mentes, para no embarrar nuestros baños con nuestros propios intestinos vulgarmente vomitados.
- nosotros si queremos vomitar nuestros intestinos.
- vamos a hacer la poesía de Adan Kadmon, de adentro hacia afuera, pintando las paredes con el amarillo de nuestros hígados, el negro de nuestros pulmones, el marrón de nuestros intestinos, con la esponja verde de nuestros bronquios.
- probablemente no querrías invitarnos a cenar con tu familia. no importa, igual ninguno de nosotros es suficientemente bonito.
- yapurr kipurr turun tun tssss. ninguno de nosotros comprende a cabalidad lo que una imagen poética representa. no nos importa.
- cada uno de nuestros órganos es poesía en funcionamiento, que con suerte entrará en movimiento, y cuando la poesía entra en movimiento es cuando empieza a formar poetas.
- -
- ...
- -
- queremos la renuncia de cada rector universitario actual (especialmente de aquellos calvos o egresados de Mordor), la reestructuración de los planes de estudio de las facultades de literatura.
- queremos que cada nuevo conocido sea un poeta visceralista incendiario.
- queremos que dejen de burlarse de nuestro puto nombre.
- queremos decir "puto" y "de mierda" en nuestros poemas y que suene bien. que suene bien.
- Sócrates no sabía nada, y aquí tú no puedes darte el lujo de no saber nada. con internet tú debes saber todo. he dicho todo, maricón.
- queremos acabar con MTV, porque nunca fue bueno, especialmente en los 80's.
- cada uno de nosotros tiene suficiente cabello para arrancar una sonrisa acariciando las más inflamadas encías a las personalidades más serias.
- nos casaremos con sus hijas, impediremos que hagan un postgrado o les den la alegría de un diploma en Finlandia (en general, robaremos de sus virginales pantimedias la posibilidad de aprender finlandés).
- guardamos el secreto del señor Mojo Risin, de Rimbaud, de Elvis, de Hendrix, de Mario Santiago y John Bonham: Bonzo y todos los demás viven en Eerie Indiana.
- aceptamos a los hijos bastardos de poetas que nunca han leído, a cuyos abuelos nunca conocieron, cuya concepción de surrealismo es aquella que deberían tener de infrarrealismo y no la de una realidad superior del subconciente. roll over Breton.
- seguramente nosotros no soltaremos la bomba en el edificio del arte, porque quien realmente necesita una bomba es la sociedad y no el arte, y la bomba debe ser real, y bien grande y bien nuclear.
- búm.
- somos los más grandes parásitos, porque hablamos mucho y no hacemos nada. y para el mundo, donde el hablar mucho y ser rebelde se ha convertido en solo un matiz del blanco profundo de la mente, más provecho saca el que se limita a no hacer nada con la boca cerrada. los demás estan silbando con la boca llena de guacamole y rabanito.
- y sin embargo, nosotros conocemos el secreto del silencio: mientras este es más profundo, más fuerte resuena un grito.
- alguien páseme los tequeños.
- vamos a vomitar sobre tu gran alfombra persa.
- todos ustedes están advertidos: Nous savons.
- Sócrates pasará a la historia como el filósofo más ignorante de la antigüedad.
- la Cabra me enseñó los poemas de parejas masturbatorias y largos inviernos y me mostró la envidia que me daban los escritores malditos, siempre bebiendo sus cervezas y muriendo de cáncer.
- la vida nos impone el amor joven para luego cortarlo, empaquetarlo y mandarlo a prepararse para el amor viejo y socialmente aceptable de la música pop. si te decides a perseguirlo puedes vivir cosas que no esperabas ver y que se saldrán de los márgenes de lo planificado.
- esto podría ser bueno.
- podrías terminar en Barnes&Nobles, leyendo a Whitman, a Bolaño, a Bukowski, a Celine, a Borges, a Li Po y a Tu Fu, a Eielson, poemas de Hora Zero y el infrarrealismo, haikus japoneses, a Harry Potter y toneladas de novelas gráficas y enciclopedias de superhéroes y libros esotéricos como los que en Lima solo podías encontrar en librerías de segunda mano.
- el amor joven cortado, empaquetado y exiliado al norte puede hacer dos cosas por ti:
a) liberarte.
b) convertirte en un poeta, y en ese caso, Odín te libre, nunca tendrás amor viejo. eres una estrella de rock del inframundo de la lectura, de la realidad parduzca que se va formando debajo de la mente y en el interior de las orejas.
- hemos empezado a ver lo que todo el mundo dice pero que, al final, nadie parece comprender a cabalidad/nadie parece hacer nada/probablemente nosotros tampoco hagamos nada/pero diremos mucho. que nacemos para estudiar, que estudiamos para volver a estudiar y este segundo estudio lo hacemos para trabajar, para comprar vinos caros, para tener una televisión y una cama de agua, para no morir de hambre, para tener un dolar que dar a nuestros hijos, para no terminar con los estómagos llenos de parásitos, con sífilis en nuestros penes (si los tenemos) y sida en nuestras mentes, para no embarrar nuestros baños con nuestros propios intestinos vulgarmente vomitados.
- nosotros si queremos vomitar nuestros intestinos.
- vamos a hacer la poesía de Adan Kadmon, de adentro hacia afuera, pintando las paredes con el amarillo de nuestros hígados, el negro de nuestros pulmones, el marrón de nuestros intestinos, con la esponja verde de nuestros bronquios.
- probablemente no querrías invitarnos a cenar con tu familia. no importa, igual ninguno de nosotros es suficientemente bonito.
- yapurr kipurr turun tun tssss. ninguno de nosotros comprende a cabalidad lo que una imagen poética representa. no nos importa.
- cada uno de nuestros órganos es poesía en funcionamiento, que con suerte entrará en movimiento, y cuando la poesía entra en movimiento es cuando empieza a formar poetas.
- -
- ...
- -
- queremos la renuncia de cada rector universitario actual (especialmente de aquellos calvos o egresados de Mordor), la reestructuración de los planes de estudio de las facultades de literatura.
- queremos que cada nuevo conocido sea un poeta visceralista incendiario.
- queremos que dejen de burlarse de nuestro puto nombre.
- queremos decir "puto" y "de mierda" en nuestros poemas y que suene bien. que suene bien.
- Sócrates no sabía nada, y aquí tú no puedes darte el lujo de no saber nada. con internet tú debes saber todo. he dicho todo, maricón.
- queremos acabar con MTV, porque nunca fue bueno, especialmente en los 80's.
- cada uno de nosotros tiene suficiente cabello para arrancar una sonrisa acariciando las más inflamadas encías a las personalidades más serias.
- nos casaremos con sus hijas, impediremos que hagan un postgrado o les den la alegría de un diploma en Finlandia (en general, robaremos de sus virginales pantimedias la posibilidad de aprender finlandés).
- guardamos el secreto del señor Mojo Risin, de Rimbaud, de Elvis, de Hendrix, de Mario Santiago y John Bonham: Bonzo y todos los demás viven en Eerie Indiana.
- aceptamos a los hijos bastardos de poetas que nunca han leído, a cuyos abuelos nunca conocieron, cuya concepción de surrealismo es aquella que deberían tener de infrarrealismo y no la de una realidad superior del subconciente. roll over Breton.
- seguramente nosotros no soltaremos la bomba en el edificio del arte, porque quien realmente necesita una bomba es la sociedad y no el arte, y la bomba debe ser real, y bien grande y bien nuclear.
- búm.
- somos los más grandes parásitos, porque hablamos mucho y no hacemos nada. y para el mundo, donde el hablar mucho y ser rebelde se ha convertido en solo un matiz del blanco profundo de la mente, más provecho saca el que se limita a no hacer nada con la boca cerrada. los demás estan silbando con la boca llena de guacamole y rabanito.
- y sin embargo, nosotros conocemos el secreto del silencio: mientras este es más profundo, más fuerte resuena un grito.
- alguien páseme los tequeños.
- vamos a vomitar sobre tu gran alfombra persa.
- todos ustedes están advertidos: Nous savons.
Etiquetas:
manifiesto,
movimientos poéticos,
visceralismo incendiario
domingo, 14 de octubre de 2007
Sin trago
Pantro se preguntaba cómo llegó a esa situación. 4 de la mañana, sin alcohol, con un narrador en su mente contando los acontecimientos de las últimas horas de forma cansina, repetitiva.
La reu de repente había muerto al acabarse el ron.
- Panty, no hay ron- le había dicho su enamorada, su flaqui.
- Mierda- recordaba haber dicho -. ¿Cómo que no? Había un webo.
- Se acabó webón- dijo Gianfranco -. Aquí la gente chupa como si fueran estrellas de rock.
- Puta, qué cagada.
Y así la reu fue muriendo lentamente. Y todos iban muriendo con ella. Flaqui lo miró con cara de Hush Puppy.
- Panty...
Pantro no quería ser el que fuera a comprar trago. Pero de alguna forma, terminó siendo él. Se les había hecho costumbre. Cuando faltaba algo en la reu, era el dueño de casa al que mandaban a comprar. Si el dueño de casa no captaba las indirectas, la enamorada le oprimiría el corazón con gestos empalagosos. Y él era un tipo empalagoso.
Una de las cosas más raras fue que nadie quiso acompañarlo. No había trago, la gente se cagaba, pero nadie quería ir a comprarlo. Preferían que él fuera solo. Preferían dejar su destino en sus manos.
Pero a las 2 de la mañana, ¿donde compra uno alcohol? Había que odiar a los putos alcaldes. ¿Qué clase de ser humano prohibía la venta de licor después de las 11? Seguro querían quedarse con todo.
Pantro caminó por las calles, y sin saber a donde más ir, se dirigió a un grifo. "Razonaré con la cajera," pensó, o algo así. Arrastrando los pies, con las manos en los bolsillos, caminó durante algunos minutos hacia la luz. Y llegó al grifo. Entró al Repsol-Mart.
- Hola- dijo - ¡Señorita, es una emergencia!
- Joven, no vendo trago después de las 11.
La cajera lo miró casi con compasión, pero sus palabras habían sido mecánicas.
- Por favor señorita, no sea así. Usted también fue joven.
- Tengo 23 años.
- Ah.
La cajera se rascó la teta izquierda.
- No puedo venderle, lo siento- dijo.
- Por favor...
- No...
- Ya pues...
- No.
Pantro puso cara de Hush Puppy. Luego puso cara normal. Comprendió que solo lograba verse algo estreñido.
- Señorita, nadie se va a enterar.
Fue entonces cuando la cajera le miró con ojos raros. Él odiaba esos ojos raros.
- Seguro hay algo que podemos hacer. Acercate.
Pantro lo pensó por un segundo, pero se acercó enseguida. Tenía una misión. La cajera le susurró algo al oído. Él trago saliva.
- Mañana vengo. Se lo juro.
- Hmmm- la muchacha se rascó la barbilla -. Ok. Saca tu trago. Dame la plata. Bien. Mañana, ¿eh? Te espero. ¿Cómo te llamas?"
- Pantro.
La cajera le guiñó el ojo.
- Te espero, Pantro.
Pantro salió del Repsol Mart con sus botellas de ron. Salió eufórico, sonriente y dando brincos, sin pensar en cómo volvería a comprar en ese grifo. Él era el webón, en esos momentos nadie la tenía más grande que él.
En ese estado de ánimo se dirigía a su casa, triunfal. Fue entonces cuando apareció la pick-up negra. La camioneta frenó en seco delante de él, salieron tres tipos, tres cochinos emos.
- Súbete- le dijeron. Pantro no era cojudo. Hubiera corrido, pero sabía que esos tipos no hubieran dudado en atropellarlo. Lo más inteligente era hacer caso, tranquilito nomás.
- Conchasumadre...
- Sin lisuras, hijodeputa.
Sin lisuras, se subió a la pick-up. Los emos se subieron con él y adentro lo golpearon. Los recuerdos que siguieron se hacen algo difusos, pero Pantro sabía bien que lo estaban alejando de su casa. Había perdido la concepción del tiempo y el espacio.
- Despierta.
Despertó. Los emos le miraban fijamente. Los tres que lo habían hecho subir y el que seguro manejaba.
- El trago o tu culo- le dijeron.
- Ya pues webón...
- El trago o tu culo.
- No pues webón mi ron... fue trancasa conseguirlo...
- Bájate el lompa.
Pantro tragó saliva. La cosa era en serio. Les dio el trago.
- Ahora bájate.
Se bajó de la camioneta, adolorido, con el orgullo herido, sin trago.
Los emos encendieron el motor y se largaron de ahí, dejándolo solo en quien sabía donde.
- Puta madre- dijo. Se metió las manos en los bolsillos, bajó la cabeza y empezó a caminar. De alguna forma, había sabido regresar a su casa desde quien sabía donde. Le abrió Flaqui. Se miraron. Ella sabía que él no tenía trago. Entró a la sala. Le gritaron, lo putearon, él no dijo nada. Luego ellos tampoco dijeron nada. Todos sabían que no tenía trago.
Y bueno, eso devolvía a Pantro al principio de la narración de los hechos. A las 4 de la mañana, sin alcohol, y preguntándose como había llegado a esa situación. Miró la superficie de la coca-cola en su vaso. "Mierda," pensó. Ahora entendía: debía haber entregado su culo.
La reu de repente había muerto al acabarse el ron.
- Panty, no hay ron- le había dicho su enamorada, su flaqui.
- Mierda- recordaba haber dicho -. ¿Cómo que no? Había un webo.
- Se acabó webón- dijo Gianfranco -. Aquí la gente chupa como si fueran estrellas de rock.
- Puta, qué cagada.
Y así la reu fue muriendo lentamente. Y todos iban muriendo con ella. Flaqui lo miró con cara de Hush Puppy.
- Panty...
Pantro no quería ser el que fuera a comprar trago. Pero de alguna forma, terminó siendo él. Se les había hecho costumbre. Cuando faltaba algo en la reu, era el dueño de casa al que mandaban a comprar. Si el dueño de casa no captaba las indirectas, la enamorada le oprimiría el corazón con gestos empalagosos. Y él era un tipo empalagoso.
Una de las cosas más raras fue que nadie quiso acompañarlo. No había trago, la gente se cagaba, pero nadie quería ir a comprarlo. Preferían que él fuera solo. Preferían dejar su destino en sus manos.
Pero a las 2 de la mañana, ¿donde compra uno alcohol? Había que odiar a los putos alcaldes. ¿Qué clase de ser humano prohibía la venta de licor después de las 11? Seguro querían quedarse con todo.
Pantro caminó por las calles, y sin saber a donde más ir, se dirigió a un grifo. "Razonaré con la cajera," pensó, o algo así. Arrastrando los pies, con las manos en los bolsillos, caminó durante algunos minutos hacia la luz. Y llegó al grifo. Entró al Repsol-Mart.
- Hola- dijo - ¡Señorita, es una emergencia!
- Joven, no vendo trago después de las 11.
La cajera lo miró casi con compasión, pero sus palabras habían sido mecánicas.
- Por favor señorita, no sea así. Usted también fue joven.
- Tengo 23 años.
- Ah.
La cajera se rascó la teta izquierda.
- No puedo venderle, lo siento- dijo.
- Por favor...
- No...
- Ya pues...
- No.
Pantro puso cara de Hush Puppy. Luego puso cara normal. Comprendió que solo lograba verse algo estreñido.
- Señorita, nadie se va a enterar.
Fue entonces cuando la cajera le miró con ojos raros. Él odiaba esos ojos raros.
- Seguro hay algo que podemos hacer. Acercate.
Pantro lo pensó por un segundo, pero se acercó enseguida. Tenía una misión. La cajera le susurró algo al oído. Él trago saliva.
- Mañana vengo. Se lo juro.
- Hmmm- la muchacha se rascó la barbilla -. Ok. Saca tu trago. Dame la plata. Bien. Mañana, ¿eh? Te espero. ¿Cómo te llamas?"
- Pantro.
La cajera le guiñó el ojo.
- Te espero, Pantro.
Pantro salió del Repsol Mart con sus botellas de ron. Salió eufórico, sonriente y dando brincos, sin pensar en cómo volvería a comprar en ese grifo. Él era el webón, en esos momentos nadie la tenía más grande que él.
En ese estado de ánimo se dirigía a su casa, triunfal. Fue entonces cuando apareció la pick-up negra. La camioneta frenó en seco delante de él, salieron tres tipos, tres cochinos emos.
- Súbete- le dijeron. Pantro no era cojudo. Hubiera corrido, pero sabía que esos tipos no hubieran dudado en atropellarlo. Lo más inteligente era hacer caso, tranquilito nomás.
- Conchasumadre...
- Sin lisuras, hijodeputa.
Sin lisuras, se subió a la pick-up. Los emos se subieron con él y adentro lo golpearon. Los recuerdos que siguieron se hacen algo difusos, pero Pantro sabía bien que lo estaban alejando de su casa. Había perdido la concepción del tiempo y el espacio.
- Despierta.
Despertó. Los emos le miraban fijamente. Los tres que lo habían hecho subir y el que seguro manejaba.
- El trago o tu culo- le dijeron.
- Ya pues webón...
- El trago o tu culo.
- No pues webón mi ron... fue trancasa conseguirlo...
- Bájate el lompa.
Pantro tragó saliva. La cosa era en serio. Les dio el trago.
- Ahora bájate.
Se bajó de la camioneta, adolorido, con el orgullo herido, sin trago.
Los emos encendieron el motor y se largaron de ahí, dejándolo solo en quien sabía donde.
- Puta madre- dijo. Se metió las manos en los bolsillos, bajó la cabeza y empezó a caminar. De alguna forma, había sabido regresar a su casa desde quien sabía donde. Le abrió Flaqui. Se miraron. Ella sabía que él no tenía trago. Entró a la sala. Le gritaron, lo putearon, él no dijo nada. Luego ellos tampoco dijeron nada. Todos sabían que no tenía trago.
Y bueno, eso devolvía a Pantro al principio de la narración de los hechos. A las 4 de la mañana, sin alcohol, y preguntándose como había llegado a esa situación. Miró la superficie de la coca-cola en su vaso. "Mierda," pensó. Ahora entendía: debía haber entregado su culo.
sábado, 13 de octubre de 2007
botellas de whiskey sobre una mesa vieja en un basural
vi gotear sobre las botellas de verde cristal las babas tibias de aquél
------------bebé gigante
y no me gustó en absoluto
era como una de aquellas malas películas de vaqueros
en que el viejo pistolero dispara a matar. ah, pobres botellas.
entonces me pregunto
a quién le gustará saborear la flema de un etílico ratón vaquero
habría que preguntar a los enfermos transeuntes del desierto
una por una a cada lagartija,
a cada muca vieja de la zona.
veo en el reflejo del rocío sobre las piedras y los vidrios
a aquél bebé gigante despertar.
ahora aquél bebé gigante se rasca lentamente la entrepierna
y comprueba que esta huele como los viejos medicamentos de su
------------padre
(y yo lo sé porque me lo ha dicho
no porque haya olido los ennegrecidos dedos de su mano)
y al atardecer, en aquel viejo desfiladero
ya todos hemos bailado la vieja danza de Jim Beam.
------------bebé gigante
y no me gustó en absoluto
era como una de aquellas malas películas de vaqueros
en que el viejo pistolero dispara a matar. ah, pobres botellas.
entonces me pregunto
a quién le gustará saborear la flema de un etílico ratón vaquero
habría que preguntar a los enfermos transeuntes del desierto
una por una a cada lagartija,
a cada muca vieja de la zona.
veo en el reflejo del rocío sobre las piedras y los vidrios
a aquél bebé gigante despertar.
ahora aquél bebé gigante se rasca lentamente la entrepierna
y comprueba que esta huele como los viejos medicamentos de su
------------padre
(y yo lo sé porque me lo ha dicho
no porque haya olido los ennegrecidos dedos de su mano)
y al atardecer, en aquel viejo desfiladero
ya todos hemos bailado la vieja danza de Jim Beam.
viernes, 12 de octubre de 2007
gnomo
El gnomo trabaja en su taller cada día de la semana y aún más que eso. Está rodeado de instrumentos y herramientas que le ayudan con el progreso de sus obras: martillos, cinceles, serruchos, alicates y aún elementos tan poco convencionales en un taller de aquella naturaleza como podría serlo un stiletto. A su alrededor también hay frascos con diversas fórmulas y mezclas, pegamentos, aceites, combustibles, químicos y la sangre de monos espaciales, recogida en las selvas inquietantes de la Guyana Francesa. El gnomo da forma a sus artefactos con natural cuidado, con la líbido de aquellos que se satisfacen a sí mismos cruzando tablas de madera y completando tareas que en un inicio, quizás, no debieron haber sido completadas. Y así se pasan las noches, la consecuencia de cada jornada de trabajo, en lo que podría ser considerado el harakiri de la creatividad, el éxtasis de la revolución industrial del año 3472, el gorgojo pardo manchando la última voluntad de Papá Pitufo. El gnomo alza la cabeza entonces, detiene el martilleo, y dice, un preciso instante antes de escupir al advenedizo poeta: "Yo no soy un pitufo, homúnculo repugnante."
miércoles, 10 de octubre de 2007
intersección de dos calles
la mujer que miro desde la esquina
no tiene la opulencia de las malcriadas
pero se desliza
con la gentileza del caucho negro de las llantas sobre el hielo
con el contoneo de las frutas púrpura platino
y las bebidas abiertas en una nave en órbita
el contoneo del efecto doppler, de una onda mecánica
propagándose en el vacío.
la mujer que miro desde la esquina
bebe-come-devora como la voracidad del fuego pétreo
y sin embargo se las ingenia
para seguir siendo una dama.
she's a lady. in your face.
hablamos, nos movemos
y le digo "nena, tus pezones apuntan hacia mí"
y es entonces que la mujer que miro desde la esquina
me dice "yo apunto primero
y disparo después."
no tiene la opulencia de las malcriadas
pero se desliza
con la gentileza del caucho negro de las llantas sobre el hielo
con el contoneo de las frutas púrpura platino
y las bebidas abiertas en una nave en órbita
el contoneo del efecto doppler, de una onda mecánica
propagándose en el vacío.
la mujer que miro desde la esquina
bebe-come-devora como la voracidad del fuego pétreo
y sin embargo se las ingenia
para seguir siendo una dama.
she's a lady. in your face.
hablamos, nos movemos
y le digo "nena, tus pezones apuntan hacia mí"
y es entonces que la mujer que miro desde la esquina
me dice "yo apunto primero
y disparo después."
martes, 9 de octubre de 2007
el almuerzo
un día Ana C me dedicó un bolero antes de irse a clases.
cuando volvió me dijo
“seré directa,
¿qué hay de almorzar en tu casa?”
había pollo con naranja.
también habían tallarines.
aquello no era una indirecta, así que la invité a almorzar.
pregunté a mi madre,
“¿puedo invitar a alguien a almorzar?”
“no,” dijo.
“es una chica.”
“está bien.”
así que me bañé (me afeité bastante antes)
me vestí
y la fui a recoger
media hora después.
ahora,
yo siempre estoy tarde
aunque el reloj diga lo contrario,
en verdad,
lo sé.
Ana C me regaló un paquete de boliquesos. A mí me encantan los
-------boliquesos.
luego caminamos.
caminamos y cuando llegamos a mi casa, la hice pasar (e ignoré el
-------comentario sobre la chica de su escuela)
nos sentamos, y mientras veíamos esas fotos
que a uno terminan de quitarle
todo el misterio y atractivo
(nota: soy misterioso y atractivo)
y hablábamos de grandes temas de la poesía contemporánea
-------(emos y judíos),
ella abrió los boliquesos.
nos los comimos
nos los comimos rápido. Esa chica sí que quería esos boliquesos.
no mucho tiempo después (el tiempo pasó muy rápido)
fueron apareciendo las personas
que estaban en mi casa.
conoció a mi madre
a mi padre
a mi tía Roxana
y a los ladridos de mi perro.
luego nos quedamos con mi madre
“¿podemos ayudarte con algo?”
preguntó Ana C
pero mi madre insiste en ser autosuficiente, estragos de la sociedad
-------occidental clásica
en una mujer de 52 años.
comimos tallarines
y hablamos de
mi nido
mi infancia
madres de familia
mis amigos
mi ropa
modales en la mesa (algo antes de vestimenta en general)
del postre
del jugo (ella no quería más jugo)
del papa
del sexo entre las clases menos pudientes
y de la filosofía nazista del 4to Reich (el de las madres de familia
-------limeñas para con las empleadas del hogar)
Ana C, que es encantadora, piensa que mi madre es graciosa, y mientras, yo aquí y ahora
me como el pollo con naranja,
me pregunto (y ella me pregunta)
qué pensará mi madre de ella.
no,
espera.
no me importa realmente. yo no iba a presentársela a mi madre
yo la invité a almorzar.
cuando volvió me dijo
“seré directa,
¿qué hay de almorzar en tu casa?”
había pollo con naranja.
también habían tallarines.
aquello no era una indirecta, así que la invité a almorzar.
pregunté a mi madre,
“¿puedo invitar a alguien a almorzar?”
“no,” dijo.
“es una chica.”
“está bien.”
así que me bañé (me afeité bastante antes)
me vestí
y la fui a recoger
media hora después.
ahora,
yo siempre estoy tarde
aunque el reloj diga lo contrario,
en verdad,
lo sé.
Ana C me regaló un paquete de boliquesos. A mí me encantan los
-------boliquesos.
luego caminamos.
caminamos y cuando llegamos a mi casa, la hice pasar (e ignoré el
-------comentario sobre la chica de su escuela)
nos sentamos, y mientras veíamos esas fotos
que a uno terminan de quitarle
todo el misterio y atractivo
(nota: soy misterioso y atractivo)
y hablábamos de grandes temas de la poesía contemporánea
-------(emos y judíos),
ella abrió los boliquesos.
nos los comimos
nos los comimos rápido. Esa chica sí que quería esos boliquesos.
no mucho tiempo después (el tiempo pasó muy rápido)
fueron apareciendo las personas
que estaban en mi casa.
conoció a mi madre
a mi padre
a mi tía Roxana
y a los ladridos de mi perro.
luego nos quedamos con mi madre
“¿podemos ayudarte con algo?”
preguntó Ana C
pero mi madre insiste en ser autosuficiente, estragos de la sociedad
-------occidental clásica
en una mujer de 52 años.
comimos tallarines
y hablamos de
mi nido
mi infancia
madres de familia
mis amigos
mi ropa
modales en la mesa (algo antes de vestimenta en general)
del postre
del jugo (ella no quería más jugo)
del papa
del sexo entre las clases menos pudientes
y de la filosofía nazista del 4to Reich (el de las madres de familia
-------limeñas para con las empleadas del hogar)
Ana C, que es encantadora, piensa que mi madre es graciosa, y mientras, yo aquí y ahora
me como el pollo con naranja,
me pregunto (y ella me pregunta)
qué pensará mi madre de ella.
no,
espera.
no me importa realmente. yo no iba a presentársela a mi madre
yo la invité a almorzar.
sábado, 6 de octubre de 2007
Poema de la Diversión
Vamos a kemar la facultad de economía de la católica. Vamos a tirarle napalm a la Pacífico, matar a sus profesores, traer abajo los bancos, la reserva de oro nacional. Vamos a tumbar las antenas, joder la señal de radio, mearnos en el IPP, en la facultad de comunicaciones de la de Lima (pero no en sus chicas, están buenas. en el futuro necesitaremos mujeres buenas). Vamos a cagarnos en tu madre, en Toledo, en Toulouse Lautrec, en los carteles de la panamericana (usaremos catapultas), en los canales 2, 4, 5, 9, 11, 13 y el 6, en el 43, el 45, el 96, en tu hermana la bióloga (solo por despecho), en tu golden retriever Matías, en tu auto, en tu dpto., en los creativos, en el indie rock, en las modelos de 19 77, por no estar tan buenas como las de la temporada anterior, en el capitolio, en la casa blanca, en el palacio de Westminster, en Frédéric Beigbeder y en la basilica de San Pedro. Y luego nos follaremos a las chicas de la facultad de comunicaciones de la de Lima.
Nafarroa 1
Las praderas de pie pequeño.
La noche de los cuchillos largos.
La casa de los cuchillos voladores.
La casa voladora.
Se abran las praderas de Nafarroa.
Se alce su estandarte.
El águila negra de Nafarroa.
El gran árbol de algo de Nafarroa.
Las piernas largas de Nafarroa.
Las piernas largas de sus mujeres.
Sus mujeres
Sus tetas
Sus vestidos largos
Sus cigarrillos.
La ley del Kalimotxo.
El vino con Coca-Cola.
La sangría.
La hemorragia del gran toro degollado.
¡Gora Nafarroa!
La noche de los cuchillos largos.
La casa de los cuchillos voladores.
La casa voladora.
Se abran las praderas de Nafarroa.
Se alce su estandarte.
El águila negra de Nafarroa.
El gran árbol de algo de Nafarroa.
Las piernas largas de Nafarroa.
Las piernas largas de sus mujeres.
Sus mujeres
Sus tetas
Sus vestidos largos
Sus cigarrillos.
La ley del Kalimotxo.
El vino con Coca-Cola.
La sangría.
La hemorragia del gran toro degollado.
¡Gora Nafarroa!
martes, 2 de octubre de 2007
El Vasco
En Lima se hablaba del Vasco desde hacía meses, pero cuando se le vio saliendo del aeropuerto, se empezó a hablar más. No era un tipo grande, ni especialmente intimidante. Tampoco era guapo, pero sí que era misterioso. Bastante enjuto, bien afeitado, con el pelo grasoso peinado hacia atrás y una pequeña cicatriz en el labio inferior. La mayoría de gente no sabía cuanto medía Mickey Rourke, pero suponían que sería más grande que el Vasco, así que se decía que este era una versión en miniatura del actor estadounidense. Una versión en miniatura de Mickey Rourke en traje.
El Vasco llegó al Sheraton, y pese a que desde fuera le parecía más una cárcel que un hotel, se hospedó allí porque para él ya todo estaba pagado. Una vez dentro pidió una botella de vodka para su habitación y abrió sus maletas. Sacó la espada toledana que guardaba en una de ellas y mojó un pequeño pañuelo con un poco de vodka. Frotó la hoja de su espada durante un rato, luego la envainó y la dejó sobre la cama. Se sirvió un vaso de vodka.
Así que la noticia de la llegada del Vasco estaba en boca de todos. En el palacio de gobierno todos estaban bastante preocupados por la seguridad del Presidente. En los barrios la gente empezaba a preocuparse. Michael Trujillo colgó el teléfono y miró a Iñaki fijamente.
- Iñaki, esto no puede seguir así.
- Oh.
- No, no, nada de “oh”. ¿Sabes cómo está perjudicando esto el negocio?
- Me hago la idea Michael.
- No, todo el asunto me tiene cojudo. Voy a tener que pedirte que hagas algo al respecto. Y no me mires así.
Iñaki no podía dejar de mirarle así.
- Lo lamento jefe- dijo.
- No lo hagas Iñaki, solo haz lo que tienes que hacer.
- Sale y vale.
Iñaki se puso de pie y salió de allí. Michael Trujillo se encendió un puro y se puso a pensar.
Al Vasco lo habían visto en Barranco en un bar haciendo preguntas. También lo habían visto en el restaurante de Juan Jorgensen. Le habían visto conversar animadamente con Jorgensen, luego volver a el bar esa misma noche.
- Así que usted es español- le preguntó un tipo a su lado.
- Sí. Vasco- respondió.
- Ah. ¿Y cuál es su nombre?
- Me dicen Ibarra.
- Ah, como las guitarras.
Se bebieron un trago a la salud de la familia Ibáñez y luego uno a la salud del presidente. La gente en el bar odiaba al presidente, notó el Vasco, pero no lo decían directamente. Se pidió una manzanilla y mientras esperaba a que se enfriara sacó su celular y envió un mensaje de texto. Luego se bebió la infusión y salió de allí.
Un microbús le llevó hasta donde tenía que ir. Luego caminó hacia las Casuarinas, informó al guardián que iba a ver a la familia Olaechea y caminó hasta la casa.
- ¡Señor Ibarra!- exclamó Jaime Olaechea al abrirle.
- Buenas noches Jaime.
- Tome asiento.
- Gracias.
Olaechea descorchó una botella de vino y sirvió tres copas. Entonces una mujer rubia de largas piernas y enfundada en rojo entró a la sala llevando un estuche de violín. Olaechea la presentó como su novia, Mónica. Mónica colocó el estuche sobre la mesa y lo abrió. El vasco tomó la pistola que había en este y la guardó en su saco. Luego dio un trago a su vino. Él, Olaechea y Mónica hablaron un rato. Bebieron más vino. Cuando se acabó la botella, Olaechea sacó otra, pero el Vasco ya no bebió. No salió de allí hasta bien avanzada la madrugada.
***
El presidente recibió una llamada esa tarde. Habían matado al Ministro del Interior.
- Mierda- dijo.
- Todo esto es una mierda, es cierto- dijo el Primer Ministro.
- Ándate al carajo Hugo, por supuesto que es una mierda, el vasco de los cojones me está volviendo loco.
- ¿Así que ya está confirmado que está aquí?- preguntó el Primer Ministro Hugo.
- Tiene que ser.
- Y bueno, ¿qué harás? Sabes que tienes un par de citas hoy.
- Voy a cancelarlas por supuesto.
- ¿Qué?
- Voy a cancelarlas, ¿eres sordo? Yo no salgo de aquí hasta que se haga algo con el vasco de mierda. Y daré un mensaje a la nación.
- ¿Qué dirás? ¿Qué maten a Mickey Rourke?
- Terroristas, eso diré.
- Bah.
- A mí no me digas “bah”, Morales. Tú la vas a pasar tan mal como yo.
- No. El presidente eres tú.
El presidente se sirvió un vaso de whisky.
- Hijo de puta.
El Vasco había cambiado de hotel. Ahora estaba en el Bolívar, bastante más cerca del Palacio de Gobierno. Tenía la ventana del presidente en la mira las 24 horas. Pero él no usaba rifles, así que poco importaba la cosa. Era buen actor, buen ladrón y buen secuestrador. También era bueno con el maquillaje y especialista para deshacerse de cadáveres de soldados de plomo. Salió con su maleta y fue a un restaurante de la plaza de armas. Allí se vistió de soldado rojiazul, hizo las modificaciones necesarias a su rostro y marchó al palacio. No tuvo problemas para entrar. El Vicepresidente y el Primer Ministro salieron a dar revista a los soldados. Era lo que tenía que fuera julio. Entonces en determinado momento un cuchillo abrió en canal el pescuezo del Primer Ministro. La guardia se volvió loca y paranoica y el brigadier tuvo que poner las cosas en orden. Aquello era un caos total. El brigadier fue a informar al presidente. El Vicepresidente se había orinado pero ya estaba increpando escandalizado a los jovenzuelos bélicos por su ineptitud. Alguien le recordó al Vicepresidente que él podría estar en la mira y se volvió a orinar. En cuanto al brigadier, nunca volvió.
Por la noche, el Vicepresidente hizo una visita al Presidente.
- Esto ha llegado demasiado lejos. ¿Qué clase de seguridad hay en este país?
- No puede volver a pasar- dijo el Presidente bebiendo un poco de whisky -. Quiero fuera de este edificio a todo ese regimiento.
- ¿Qué harás con ellos?
- No sé, fusílenlos.
- Mierda... mataron a Hugo...
- Sí. Y por idiotas como ustedes dos yo ahora podría estar durmiendo con los peces.
- ¿Qué dices? No voy a tolerar esto, ¿me escuchas Rumi?
- Ándate a la mierda- respondió el mandatario dando un trago.
- Jódete. Tú la vas a pasar peor que yo- dijo el vicepresidente, saliendo de allí dando un portazo.
- ¡Eh, Chávez, lo mismo dijo Hugo!
Y el Presidente dio otro trago.
La noticia de las movidas del Vasco no solo tenían a las figuras del mundo de la política peruana, sino también a las del mundo del hampa, ajustadas como los huevos de un esquimal. Y el Vasco no podía estar más satisfecho. El Presidente incluso le había dedicado un mensaje a la nación. Y él no solo se había cargado a un puñado de ministros y políticos, sino a más de un narco de paso. Las cosas iban frescas como rosas y limón.
Ya eran las 9 de la noche cuando el Vasco salió del restaurante de Juan Jorgensen. Sonreía confiadamente y caminaba por las calles de Barranco con paso ligero cuando un muchacho de unos 20 años le hizo un gesto con la mano.
- Hey, señor.
Un dealer. El Vasco se preguntó si estaría mal. Hacía mucho que no se fumaba un porro. Ya estaba bien de tabaco.
- Hola muchacho. ¿Qué es lo que tienes?
El chico sonrió. Ambos caminaron por el boulevard y se detuvieron en un callejón, frente a un árbol.
- Eh, Ibarra, ¿te han dicho que te pareces a Mickey Rourke?- preguntó el joven mientras el Vasco sacaba su billetera. Este alzó la mirada. Quiso desenfundar la toledana, pero el muchacho ya había sacado su arma -. Yo no soy un dealer, conchatumadre.
Iñaki pegó tres tiros y ahí ya no había más Vasco.
Michael Trujillo hizo una llamada telefónica muy importante al día siguiente.
- El asunto está manejado Rumi. No, no te preocupes. Hombre, tus intereses son mis intereses. No, no, se lo diré, tranquilo. Por supuesto, despreocúpate. Ya hablaremos de eso.
Colgó el teléfono y tomando un puro de su escritorio, lo encendió. Pocas veces se había sentido tan patriota como entonces. Chupó el puro y sonrió.
El Vasco llegó al Sheraton, y pese a que desde fuera le parecía más una cárcel que un hotel, se hospedó allí porque para él ya todo estaba pagado. Una vez dentro pidió una botella de vodka para su habitación y abrió sus maletas. Sacó la espada toledana que guardaba en una de ellas y mojó un pequeño pañuelo con un poco de vodka. Frotó la hoja de su espada durante un rato, luego la envainó y la dejó sobre la cama. Se sirvió un vaso de vodka.
Así que la noticia de la llegada del Vasco estaba en boca de todos. En el palacio de gobierno todos estaban bastante preocupados por la seguridad del Presidente. En los barrios la gente empezaba a preocuparse. Michael Trujillo colgó el teléfono y miró a Iñaki fijamente.
- Iñaki, esto no puede seguir así.
- Oh.
- No, no, nada de “oh”. ¿Sabes cómo está perjudicando esto el negocio?
- Me hago la idea Michael.
- No, todo el asunto me tiene cojudo. Voy a tener que pedirte que hagas algo al respecto. Y no me mires así.
Iñaki no podía dejar de mirarle así.
- Lo lamento jefe- dijo.
- No lo hagas Iñaki, solo haz lo que tienes que hacer.
- Sale y vale.
Iñaki se puso de pie y salió de allí. Michael Trujillo se encendió un puro y se puso a pensar.
Al Vasco lo habían visto en Barranco en un bar haciendo preguntas. También lo habían visto en el restaurante de Juan Jorgensen. Le habían visto conversar animadamente con Jorgensen, luego volver a el bar esa misma noche.
- Así que usted es español- le preguntó un tipo a su lado.
- Sí. Vasco- respondió.
- Ah. ¿Y cuál es su nombre?
- Me dicen Ibarra.
- Ah, como las guitarras.
Se bebieron un trago a la salud de la familia Ibáñez y luego uno a la salud del presidente. La gente en el bar odiaba al presidente, notó el Vasco, pero no lo decían directamente. Se pidió una manzanilla y mientras esperaba a que se enfriara sacó su celular y envió un mensaje de texto. Luego se bebió la infusión y salió de allí.
Un microbús le llevó hasta donde tenía que ir. Luego caminó hacia las Casuarinas, informó al guardián que iba a ver a la familia Olaechea y caminó hasta la casa.
- ¡Señor Ibarra!- exclamó Jaime Olaechea al abrirle.
- Buenas noches Jaime.
- Tome asiento.
- Gracias.
Olaechea descorchó una botella de vino y sirvió tres copas. Entonces una mujer rubia de largas piernas y enfundada en rojo entró a la sala llevando un estuche de violín. Olaechea la presentó como su novia, Mónica. Mónica colocó el estuche sobre la mesa y lo abrió. El vasco tomó la pistola que había en este y la guardó en su saco. Luego dio un trago a su vino. Él, Olaechea y Mónica hablaron un rato. Bebieron más vino. Cuando se acabó la botella, Olaechea sacó otra, pero el Vasco ya no bebió. No salió de allí hasta bien avanzada la madrugada.
***
El presidente recibió una llamada esa tarde. Habían matado al Ministro del Interior.
- Mierda- dijo.
- Todo esto es una mierda, es cierto- dijo el Primer Ministro.
- Ándate al carajo Hugo, por supuesto que es una mierda, el vasco de los cojones me está volviendo loco.
- ¿Así que ya está confirmado que está aquí?- preguntó el Primer Ministro Hugo.
- Tiene que ser.
- Y bueno, ¿qué harás? Sabes que tienes un par de citas hoy.
- Voy a cancelarlas por supuesto.
- ¿Qué?
- Voy a cancelarlas, ¿eres sordo? Yo no salgo de aquí hasta que se haga algo con el vasco de mierda. Y daré un mensaje a la nación.
- ¿Qué dirás? ¿Qué maten a Mickey Rourke?
- Terroristas, eso diré.
- Bah.
- A mí no me digas “bah”, Morales. Tú la vas a pasar tan mal como yo.
- No. El presidente eres tú.
El presidente se sirvió un vaso de whisky.
- Hijo de puta.
El Vasco había cambiado de hotel. Ahora estaba en el Bolívar, bastante más cerca del Palacio de Gobierno. Tenía la ventana del presidente en la mira las 24 horas. Pero él no usaba rifles, así que poco importaba la cosa. Era buen actor, buen ladrón y buen secuestrador. También era bueno con el maquillaje y especialista para deshacerse de cadáveres de soldados de plomo. Salió con su maleta y fue a un restaurante de la plaza de armas. Allí se vistió de soldado rojiazul, hizo las modificaciones necesarias a su rostro y marchó al palacio. No tuvo problemas para entrar. El Vicepresidente y el Primer Ministro salieron a dar revista a los soldados. Era lo que tenía que fuera julio. Entonces en determinado momento un cuchillo abrió en canal el pescuezo del Primer Ministro. La guardia se volvió loca y paranoica y el brigadier tuvo que poner las cosas en orden. Aquello era un caos total. El brigadier fue a informar al presidente. El Vicepresidente se había orinado pero ya estaba increpando escandalizado a los jovenzuelos bélicos por su ineptitud. Alguien le recordó al Vicepresidente que él podría estar en la mira y se volvió a orinar. En cuanto al brigadier, nunca volvió.
Por la noche, el Vicepresidente hizo una visita al Presidente.
- Esto ha llegado demasiado lejos. ¿Qué clase de seguridad hay en este país?
- No puede volver a pasar- dijo el Presidente bebiendo un poco de whisky -. Quiero fuera de este edificio a todo ese regimiento.
- ¿Qué harás con ellos?
- No sé, fusílenlos.
- Mierda... mataron a Hugo...
- Sí. Y por idiotas como ustedes dos yo ahora podría estar durmiendo con los peces.
- ¿Qué dices? No voy a tolerar esto, ¿me escuchas Rumi?
- Ándate a la mierda- respondió el mandatario dando un trago.
- Jódete. Tú la vas a pasar peor que yo- dijo el vicepresidente, saliendo de allí dando un portazo.
- ¡Eh, Chávez, lo mismo dijo Hugo!
Y el Presidente dio otro trago.
La noticia de las movidas del Vasco no solo tenían a las figuras del mundo de la política peruana, sino también a las del mundo del hampa, ajustadas como los huevos de un esquimal. Y el Vasco no podía estar más satisfecho. El Presidente incluso le había dedicado un mensaje a la nación. Y él no solo se había cargado a un puñado de ministros y políticos, sino a más de un narco de paso. Las cosas iban frescas como rosas y limón.
Ya eran las 9 de la noche cuando el Vasco salió del restaurante de Juan Jorgensen. Sonreía confiadamente y caminaba por las calles de Barranco con paso ligero cuando un muchacho de unos 20 años le hizo un gesto con la mano.
- Hey, señor.
Un dealer. El Vasco se preguntó si estaría mal. Hacía mucho que no se fumaba un porro. Ya estaba bien de tabaco.
- Hola muchacho. ¿Qué es lo que tienes?
El chico sonrió. Ambos caminaron por el boulevard y se detuvieron en un callejón, frente a un árbol.
- Eh, Ibarra, ¿te han dicho que te pareces a Mickey Rourke?- preguntó el joven mientras el Vasco sacaba su billetera. Este alzó la mirada. Quiso desenfundar la toledana, pero el muchacho ya había sacado su arma -. Yo no soy un dealer, conchatumadre.
Iñaki pegó tres tiros y ahí ya no había más Vasco.
Michael Trujillo hizo una llamada telefónica muy importante al día siguiente.
- El asunto está manejado Rumi. No, no te preocupes. Hombre, tus intereses son mis intereses. No, no, se lo diré, tranquilo. Por supuesto, despreocúpate. Ya hablaremos de eso.
Colgó el teléfono y tomando un puro de su escritorio, lo encendió. Pocas veces se había sentido tan patriota como entonces. Chupó el puro y sonrió.
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