sábado, 20 de octubre de 2007

Ehud Maklef. Union Park, Manhattan, Nueva York.

La verdad es que no esperaba volver a ver a Nicolás Toro (al menos no tan pronto). La primera vez que lo vi fue hace algo menos de un año, en el Union Park. Era un martes o un jueves. Un día movido, pero de venta regular por el calor. No recuerdo cómo pero empezó a hablar con nosotros, supongo que nos habrá escuchado hablar castellano. La cosa es que se quedó con nosotros, hablando o más que nada escuchando. Se le veía un pibe bastante tranquilo, con pelo bien grande y una barba bastante crecida. Nos había dicho que era escritor. Nos sentamos junto a mis pinturas y yo le ofrecí un cigarrillo. Mientras fumábamos me pasó un par de poemas y un relato en su cuaderno. No estaban mal, uno de los poemas era medio picante, medio erótico, algo simpático. El relato era ingenioso, me hizo reir. No era malo para nada. Al final de la tarde yo y Mikha hablamos de ir a un pub mexicano, no muy lejos del parque. Mikha era amigo mío de hace años, de cuando viví en Israel. Con él hablaba en hebreo, así que Nicolás no se enteraba de nada de lo que hablábamos. Le dije para llevarlo, y él me preguntó por qué. La verdad es que lo pensé un poco. Le dije que la verdad, me recordaba un poco a mí mismo, unos cuantos años antes. Algo en él me decía que se sentía un poco perdido. En fin, estuvimos ahí, coqueteamos con las chicas, bebimos unos margaritas (nadie pareció notar que Nico no llegaba a los 21), habían un par de lloronas en la mesa de al lado, comimos fajitas, estuvo todo agradable. Luego dejamos a Nicolás en su hostal. Se suponía que era su última noche en Nueva York, le hubiera ofrecido que se quedara en mi departamento pero bueno, vos sabés como son estas cosas. Le dejé mi correo y nos despedimos. Y bueno, un par de días después (ahora sé que lo conocí el martes, porque los miércoles no trabajamos, pero los viernes sí) me lo volví a encontrar. Otra vez estuvo con nosotros. Sí, sí, no la haré mucho más larga. Nos contó que se había animado a quedarse un par de días más en la ciudad, que el día anterior había estado con Savanah, una señora de color que se pasea por aquí (y que realmente puede llegar a ser muy molesta, con perdón), y que lo había llevado a Barnes & Nobles. Había llegado a la conclusión de que Nueva York aún tenía más que ofrecer. A mí la verdad me pareció muy bien, me dio gusto. Es una gran ciudad, como le dije, cuando uno está en Nueva York siente que está donde suceden las cosas. Eso sí, todos le sugerimos que saliera de Union Square, que había más que ver en Manhattan, pero él ni caso, dividía su tiempo entre el parque y la librería. En fin, esa noche se suponía que Nicolás dormiría en el parque. Pero bueno, en la noche llovió, la tormenta se puso bien fuerte, y ya había un poco más de confianza (incluso fumamos algo de hierba en mi furgoneta, pero la verdad, no me pareció que él hubiera fumado bien, porque la droga no le hizo nada), así que le ofrecí alojarlo en mi departamento, le dije "hey, Nico, si querés podés dormir en el depa, esta noche Mikha se queda a cuidar las cosas y hay espacio." Él aceptó encantado. En fin. Nos quedamos un rato más en el parque debajo de una sombrilla, hablando Nicolás, una chica rusa, Yelena (la chica del pueblo le decíamos, je) y Pierre (francés), su novio del momento, y yo. Luego bajamos al metro, Nico y yo por nuestra ruta hasta Jersey City y Pierre y Yelena por la suya. Bueno, al día siguiente Nicolás estuvo dando vueltas entre el parque y Barnes & Nobles, hablando con Yelena, en general dando vueltas. No lo vi mucho. Al final se quedó hablando con una hippie que estaba matando a una pobre armónica. Yo quería matarla, pero al parecer el Nico tenía otros planes para ella. Se perdieron juntos, y después de eso ya no lo volví a ver.

Me enteré después que Nicolás había regresado a buscarnos, para despedirse, pero no nos había encontrado. Algunos días después me lo encontré en el Messenger, él ya estaba en Florida, en casa de unos tíos. Hablamos bastante en el tiempo que estuvo por ahí, por las noches. Me contó por qué había venido a los Estados Unidos realmente, buscando a una mina. Yo le dije que había tenido valor. Y bueno, seguimos hablando, incluso después de que volvió a Perú, pero ya no mucho. Y como dije al principio, no esperaba volver a verlo por aquí. Incluso me fui de Nueva York, viajé a Uruguay, a Brasil. Luego volví a trabajar. Y bueno, un día se apareció aquí, junto a mi puesto. Más pelucón que la última vez, aunque con algo menos de barba, y no estaba solo. Esta vez venía con un amigo suyo, un español más o menos de su edad llamado Urtzi de la Rosa. Nos lo presentó, nos dijo que también era escritor. Y bueno, hablamos un rato, dijeron que pensaban quedarse un buen tiempo en Nueva York. Yo les dije que me parecía genial. Me preguntó si sabía de alguien que pudiera darles trabajo. Les dije que trataría de averiguar, pero que la verdad es que no tenía idea. Dijeron que no importaba, me agradecieron y entonces nos despedimos. Nicolás me dijo que estarían pasándose por aquí, que de momento se irían a McDonalds a desayunar y luego se darían una vuelta por Barnes & Nobles, pero que definitivamente se pasarían por aquí de nuevo.

Y bueno, así es como va la cosa. De eso ha pasado casi un mes, y casi todos los sábados Nicolás Toro y Urtzi de la Rosa se pasan por aquí. Alguna vez se pasan por McDonalds, luego entran a Barnes & Nobles. La verdad es que no sé, pero yo la verdad lo noté a Nicolás algo cambiado desde esa última vez que nos vimos. No, no, qué va, la hippie esa no tiene nada que ver, de eso estoy seguro, a lo más habrá sido un polvo. Esto es solo algo que veo en él y en Urtzi de la Rosa, algo que el Nico no tenía la primera vez que estuvo en Nueva York y que la verdad que no me provoca averiguar qué es.

2 comentarios:

Paulina dijo...

y qué tiene de raro? :O
te cuidas, Lion... igual me dio risa en ciertas partes tu historia, ya sabes =P

Anónimo dijo...

Van dos meses desde el regreso de Nico por Union Park. El y el Vasco definitivamente se traen algo entre manos. Nico pasa los sabados a saludar . Siempre con esa mirada misteriosa que parece querer contar algo sabiendo que no puede hacerlo. Nico no lo sabe aun , pero yo tengo varias hipotesis sobre las andanzas de el y el otro El Vasco . Claro muchas de ellas son solo producto de mis largas horas en Union Square sin vender nada. Recuerdo hace un año atras , incluso antes de conocer a Nico. Yo solo miraba mujeres pasar junto a mis pinturas y casi no pensaba. Ahora mi inmaginacion vuela por ahi , mi mirada esta perdida en otros mundo ignorando el pasar de las mujeres mas bonitas que puedan comprar en el mercado . Si señores, mujeres a la venta muchas de ellas , al igual que mis pinturas , al igual que los libros de Barnes & Nobles pero no al igual que lo que Nico y El Vasco se traen entre manos . Eso no esta a la venta y me intriga saber porque. Pero soy prudente, uno en la calle aprende a serlo ya que se corre con una desventaja estrategica vital ante cualquier combate. Los posibles enemigos siempre sabran donde encontrarte , siempre seras aquel vendedor ambulante en su mesita de la plaza expuesto ante cualquier peligro inminente . Asi que lo mejor es seguir tranquilo, no meterse con los demas , al menos no en profundidad ...
Supongo que es por eso que no he de preguntarles ni a Nico y mucho menos al Etarra que se traen entre manos . Tengo un puesto de pinturas por cuidar, algun sueño por cumplir , mejor dejo las cosas asi....



UN ABRAZO NICO , me gusto mucho de verdad !!!