martes, 2 de octubre de 2007

El Vasco

En Lima se hablaba del Vasco desde hacía meses, pero cuando se le vio saliendo del aeropuerto, se empezó a hablar más. No era un tipo grande, ni especialmente intimidante. Tampoco era guapo, pero sí que era misterioso. Bastante enjuto, bien afeitado, con el pelo grasoso peinado hacia atrás y una pequeña cicatriz en el labio inferior. La mayoría de gente no sabía cuanto medía Mickey Rourke, pero suponían que sería más grande que el Vasco, así que se decía que este era una versión en miniatura del actor estadounidense. Una versión en miniatura de Mickey Rourke en traje.
El Vasco llegó al Sheraton, y pese a que desde fuera le parecía más una cárcel que un hotel, se hospedó allí porque para él ya todo estaba pagado. Una vez dentro pidió una botella de vodka para su habitación y abrió sus maletas. Sacó la espada toledana que guardaba en una de ellas y mojó un pequeño pañuelo con un poco de vodka. Frotó la hoja de su espada durante un rato, luego la envainó y la dejó sobre la cama. Se sirvió un vaso de vodka.

Así que la noticia de la llegada del Vasco estaba en boca de todos. En el palacio de gobierno todos estaban bastante preocupados por la seguridad del Presidente. En los barrios la gente empezaba a preocuparse. Michael Trujillo colgó el teléfono y miró a Iñaki fijamente.
- Iñaki, esto no puede seguir así.
- Oh.
- No, no, nada de “oh”. ¿Sabes cómo está perjudicando esto el negocio?
- Me hago la idea Michael.
- No, todo el asunto me tiene cojudo. Voy a tener que pedirte que hagas algo al respecto. Y no me mires así.
Iñaki no podía dejar de mirarle así.
- Lo lamento jefe- dijo.
- No lo hagas Iñaki, solo haz lo que tienes que hacer.
- Sale y vale.
Iñaki se puso de pie y salió de allí. Michael Trujillo se encendió un puro y se puso a pensar.

Al Vasco lo habían visto en Barranco en un bar haciendo preguntas. También lo habían visto en el restaurante de Juan Jorgensen. Le habían visto conversar animadamente con Jorgensen, luego volver a el bar esa misma noche.
- Así que usted es español- le preguntó un tipo a su lado.
- Sí. Vasco- respondió.
- Ah. ¿Y cuál es su nombre?
- Me dicen Ibarra.
- Ah, como las guitarras.
Se bebieron un trago a la salud de la familia Ibáñez y luego uno a la salud del presidente. La gente en el bar odiaba al presidente, notó el Vasco, pero no lo decían directamente. Se pidió una manzanilla y mientras esperaba a que se enfriara sacó su celular y envió un mensaje de texto. Luego se bebió la infusión y salió de allí.

Un microbús le llevó hasta donde tenía que ir. Luego caminó hacia las Casuarinas, informó al guardián que iba a ver a la familia Olaechea y caminó hasta la casa.
- ¡Señor Ibarra!- exclamó Jaime Olaechea al abrirle.
- Buenas noches Jaime.
- Tome asiento.
- Gracias.
Olaechea descorchó una botella de vino y sirvió tres copas. Entonces una mujer rubia de largas piernas y enfundada en rojo entró a la sala llevando un estuche de violín. Olaechea la presentó como su novia, Mónica. Mónica colocó el estuche sobre la mesa y lo abrió. El vasco tomó la pistola que había en este y la guardó en su saco. Luego dio un trago a su vino. Él, Olaechea y Mónica hablaron un rato. Bebieron más vino. Cuando se acabó la botella, Olaechea sacó otra, pero el Vasco ya no bebió. No salió de allí hasta bien avanzada la madrugada.

***

El presidente recibió una llamada esa tarde. Habían matado al Ministro del Interior.
- Mierda- dijo.
- Todo esto es una mierda, es cierto- dijo el Primer Ministro.
- Ándate al carajo Hugo, por supuesto que es una mierda, el vasco de los cojones me está volviendo loco.
- ¿Así que ya está confirmado que está aquí?- preguntó el Primer Ministro Hugo.
- Tiene que ser.
- Y bueno, ¿qué harás? Sabes que tienes un par de citas hoy.
- Voy a cancelarlas por supuesto.
- ¿Qué?
- Voy a cancelarlas, ¿eres sordo? Yo no salgo de aquí hasta que se haga algo con el vasco de mierda. Y daré un mensaje a la nación.
- ¿Qué dirás? ¿Qué maten a Mickey Rourke?
- Terroristas, eso diré.
- Bah.
- A mí no me digas “bah”, Morales. Tú la vas a pasar tan mal como yo.
- No. El presidente eres tú.
El presidente se sirvió un vaso de whisky.
- Hijo de puta.

El Vasco había cambiado de hotel. Ahora estaba en el Bolívar, bastante más cerca del Palacio de Gobierno. Tenía la ventana del presidente en la mira las 24 horas. Pero él no usaba rifles, así que poco importaba la cosa. Era buen actor, buen ladrón y buen secuestrador. También era bueno con el maquillaje y especialista para deshacerse de cadáveres de soldados de plomo. Salió con su maleta y fue a un restaurante de la plaza de armas. Allí se vistió de soldado rojiazul, hizo las modificaciones necesarias a su rostro y marchó al palacio. No tuvo problemas para entrar. El Vicepresidente y el Primer Ministro salieron a dar revista a los soldados. Era lo que tenía que fuera julio. Entonces en determinado momento un cuchillo abrió en canal el pescuezo del Primer Ministro. La guardia se volvió loca y paranoica y el brigadier tuvo que poner las cosas en orden. Aquello era un caos total. El brigadier fue a informar al presidente. El Vicepresidente se había orinado pero ya estaba increpando escandalizado a los jovenzuelos bélicos por su ineptitud. Alguien le recordó al Vicepresidente que él podría estar en la mira y se volvió a orinar. En cuanto al brigadier, nunca volvió.

Por la noche, el Vicepresidente hizo una visita al Presidente.
- Esto ha llegado demasiado lejos. ¿Qué clase de seguridad hay en este país?
- No puede volver a pasar- dijo el Presidente bebiendo un poco de whisky -. Quiero fuera de este edificio a todo ese regimiento.
- ¿Qué harás con ellos?
- No sé, fusílenlos.
- Mierda... mataron a Hugo...
- Sí. Y por idiotas como ustedes dos yo ahora podría estar durmiendo con los peces.
- ¿Qué dices? No voy a tolerar esto, ¿me escuchas Rumi?
- Ándate a la mierda- respondió el mandatario dando un trago.
- Jódete. Tú la vas a pasar peor que yo- dijo el vicepresidente, saliendo de allí dando un portazo.
- ¡Eh, Chávez, lo mismo dijo Hugo!
Y el Presidente dio otro trago.

La noticia de las movidas del Vasco no solo tenían a las figuras del mundo de la política peruana, sino también a las del mundo del hampa, ajustadas como los huevos de un esquimal. Y el Vasco no podía estar más satisfecho. El Presidente incluso le había dedicado un mensaje a la nación. Y él no solo se había cargado a un puñado de ministros y políticos, sino a más de un narco de paso. Las cosas iban frescas como rosas y limón.
Ya eran las 9 de la noche cuando el Vasco salió del restaurante de Juan Jorgensen. Sonreía confiadamente y caminaba por las calles de Barranco con paso ligero cuando un muchacho de unos 20 años le hizo un gesto con la mano.
- Hey, señor.
Un dealer. El Vasco se preguntó si estaría mal. Hacía mucho que no se fumaba un porro. Ya estaba bien de tabaco.
- Hola muchacho. ¿Qué es lo que tienes?
El chico sonrió. Ambos caminaron por el boulevard y se detuvieron en un callejón, frente a un árbol.
- Eh, Ibarra, ¿te han dicho que te pareces a Mickey Rourke?- preguntó el joven mientras el Vasco sacaba su billetera. Este alzó la mirada. Quiso desenfundar la toledana, pero el muchacho ya había sacado su arma -. Yo no soy un dealer, conchatumadre.
Iñaki pegó tres tiros y ahí ya no había más Vasco.

Michael Trujillo hizo una llamada telefónica muy importante al día siguiente.
- El asunto está manejado Rumi. No, no te preocupes. Hombre, tus intereses son mis intereses. No, no, se lo diré, tranquilo. Por supuesto, despreocúpate. Ya hablaremos de eso.
Colgó el teléfono y tomando un puro de su escritorio, lo encendió. Pocas veces se había sentido tan patriota como entonces. Chupó el puro y sonrió.

2 comentarios:

P dijo...

pobre vasco

Paulina dijo...

xiu, esta bueno. me gusta el final. me daba paja leerlo >< pero lo lei. porque soy secaaa (H) xDDD
Saludos .