Lion Chinaski bajó a su cocina para comer adobo de cerdo. Tomó asiento e inspeccionó la mesa, pero se percató de que faltaba algo esencial.
- ¡YAAAAAARRR! ¿DONDE ESTÁ MI CERVEZA?- exclamó entonces. Se puso de pie y abrió el refrigerador pequeño. Sacó dos latas de cerveza y tomó asiento. Abrió la primera lata, tomó dos pastillas para el colesterol de su madre, y se acabó la bebida de dos tragos (uno por cada pastilla). Tomar pastillas para el colesterol podía ser visto como algo puti-gay, pero como Lion Chinaski era muy macho y muy vikingo se las tomaba con alcohol.
- BUUUUUUUUUUUURRRRRRRRRRPP.
Luego de aquella masculina expulsión de gas bucal, Lion procedió a comer el adobo de cerdo. Entonces se percató de algo, una cierta incomodidad entre sus dedos.
- Estos no son cubiertos de verdad. ¿DONDE ESTÁN LOS CUBIERTOS DE VERDAD?
Y es que el cuchillo y el tenedor eran muy pequeños para él. Así, Lion Chinaski se puso de pie y tomó del cajón un cuchillo y un tenedor que ocuparan un espacio mayor entre sus viriles dedos. Luego, tomó asiento y procedió a devorar su almuerzo.
¡Daba gusto verlo comer! Era la imagen personificada de la hombría, cercenando la carne, llenando su boca de cerdo, papas asadas, cerveza y arroz.
- BUUUUUUUUUUUUUUUUUUURRRRRRRRRRRRRRRPP.
Lion Chinaski arrojó su plato al lavadero, sacó una tercera lata de cerveza, se la bebió y procedió a salir de la cocina. Mientras subía las escaleras, decidió comerse a su empleada por sus repetidas faltas de criterio.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
wooo, este si que me ha gustado. ta mu bien ^^
hacia mucho que no me pasaba y veo que has escrito muxas cosillas nuevas!!
besitos niñucu
Publicar un comentario