Cogí la botella de vino y me quedé observandola un buen rato. Me puse a pensar que podría bebérmelo de dos tragos largos, más o menos. Era por eso que no me gustaba beber vino. No me golpeaba, no tenía ninguna dificultad para pasar por mi garganta, pasaba como agua. Beber gaseosas se me hacía una faena mas complicada. Descorché la botella y serví dos copas. Una para mí y otra para nadie más. Al rato llamaron a la puerta. Era Sara.
- ¿Qué edad tienes?- me preguntó.
- 20- le dije.
- Chévere.
- Sí.
Di un trago a mi copa de vino tinto helado. Le ofrecí la otra a Sara. Le ofrecí las dos.
- Gracias- dijo bebiéndoselas.
- No es nada.
Cuando terminó, me bajó los pantalones. Me agarró la pija y se la metió a la boca. Con una mano la cogía y con la otra se tocaba debajo del pantalón. Lo hacía bien, sabía mover las manos y tenía la garganta profunda; yo me daba cuenta cuando a una mujer le gustaba chupar y cuando lo hacía por compromiso, para no sentirse tan lesbiana. A Sara le gustaba chupar, pero tenía cara de lesbiana, con acné y una gran nariz. Pero ya dije que lo hacía bien, usando la mano, los labios, la lengua. Succionaba y hacia ruiditos. A veces me lamía las bolas y me hacía cosquillas. Le puse las manos en la cabeza, y ella no paró de chupar y jalar hasta que me corrí. Despues siguió chupando y lamiendo. Se sacó la pija bien limpia de la boca y se sentó a mi lado.
- Gracias- dijo una vez más.
- No es nada- respondí guardándomela en el pantalón. Hablamos un rato, hasta que me aburrí. Me vio la cara, y entonces me dijo que se tenia que ir. Le ofrecí el vino que quedaba. No lo rechazó. La acompañé a la puerta, le di un beso en la mejilla y luego volví a mi cocina. Me quedé viendo las copas vacias un rato, luego las lavé y las guardé en la alacena. Luego me volví a sentar, pensando en Sara y su adicción al sexo oral. A todas las mujeres les gusta el vino, me dije.
(Weston, 14 de agosto del 2007)
miércoles, 19 de septiembre de 2007
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