- Déjame decirte un par de cosas sobre la vida. La vida es una puta cruel que hace muy bien su trabajo- me dijo el viejo a mi lado.
- Vaya cosa- dije yo.
- Ya. Cuando bebes, la cosa baja un poco, no la extrañas tanto. Cuando bebes no se te empina la huasamandrapa y no sientes la necesidad de que esa buena muchacha te la toque con sus labios de satén.
- Uy no.
- Sí, uy no, pero es así. La vida te deja deseando más, pero no te ama, amigo. Solo está haciendo su trabajo. Y si no le puedes pagar, te jodes. Tendrás que irte donde una barata o quedarte sin conejito.
- A mí me gustan los conejitos- dije.
- Cállate- dijo el viejo, y me espabiló de un golpe.
- Mierda- dije, sobándome la cara.
- Para ti que está fresca. Ahora bebe, cabrón.
- Vale, está bien.
Bebimos una vez más.
- Es todo como una gran sala de espera, ¿verdad?
- Sí- dijo el viejo -. Todos, al final, estamos esperando de una u otra manera. Eventualmente, todos cogemos ladillas. La muerte llega y todo se acaba.
- Wow.
- Sí. Vivimos en un gran wáter lleno de mierda. Y en algún momento alguien va a tener que jalar la palanca.
domingo, 6 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
creo que es hora de jalar la palanca..
de tu pequeño water.
m.
ay Frank, eres un tipo de lo más gracioso.
Ta bueno el relato jeje
de a poco voy leyendo las cosas que escribis. De algunas se puede rescatar mucho eh ;)
segui asi! :D
te deseo lo mejor
un abrazo! seguiré leyendo :D
oh. gracias kymo.
Publicar un comentario